La responsabilidad está en nosotros.
Por: Diego Alejandro Polo Salazar
“En esta… ciudad todo se incendia y se va. Matan a pobres corazones. Matan a pobres corazones. En esta sucia ciudad no hay que seguir ni parar. Ciudad de locos corazones. Ciudad de locos corazones…Maldito sea tu amor, tu inmenso reino y tu ansiado dolor”, esta fue la canción que compuso el cantautor Fito Páez para mostrar su rechazo en una época de represiones y muertes de muchos líderes sociales, jóvenes, profesores y defensores de derechos humanos de su país natal, Argentina.
Esta comparsa la traigo a colación porque en mi país, Colombia, se debe hacer un replanteamiento de como nos estamos destruyendo unos a otros, como el odio, resentimiento y la diferencia de pensamientos nos están llevando a un abismo de destrucción colectiva.
Se supone que el enriquecimiento de una comunidad son sus diferencias, pues, a través de ellas es cuando formamos seres humanos con una pluralidad y diversidad de pensamientos, creencias y formas de ver el mundo, que, a lo sumo, crean una riqueza cultural maravillosa.
La humildad se halla en reconocernos como iguales y entender que cada vida vale lo mismo, es un regalo precioso, un don de Dios, del cual solo somos los propietarios hasta que él lo quiera; sin embargo, nosotros nos hemos endiosado y creemos que ese libre albedrío que se nos ha otorgado es sinónimo de divinidad y perfección, pero no hay nada más imperfecto que nosotros.
El ser humano se mata así mismo, se reprime al prójimo, se calla al diferente, se castiga al bueno y reina el malo; tenemos que empezar por aprender que el único que posee calidad de perfecto, y quien puede servir de juez, es ese mismo que tiene su reino en los cielos y nos perdona por las atrocidades que cometemos.
Más que serle fiel a unos ideales políticos, económicos o de otras índoles, debemos entender que tenemos solamente una responsabilidad con nosotros mismos hacia el Padre Dios, una tarea de dar amor al otro, brindar ayuda al que lo necesite y a pensar en conjunto para el bien de nuestras vidas.
La muerte de una sola persona jamás tendrá justificación alguna, en este país se han matado humoristas, políticos, líderes sociales y defensores de derechos humanos, se han matado amigos, parejas, padres y ya nadie sabe quién pueda ser el siguiente, de ahí que nosotros los colombianos hayamos perdido el sentido de pertenencia hacia el prójimo y más cuando hemos tenido gobiernos que no se preocupan por el estado de sus ciudadanos , ni por la calidad de vida del pueblo, ni por las realidades adversas por las que atraviesa el país, justamente les entregamos a ellos una responsabilidad que debemos cumplir todos: hacer las cosas bien, amar al otro, ser honesto y respetuoso, así es que construimos país.