¿Qué tanto has viajado?
Poderosos los aprendizajes cuando tomamos la decisión de capturar todo aquello que ha de enseñarnos para la vida.
Encantadores aquellos días en los que hemos batallado y nos abrimos al reto de nuevas cosas.
Vencedores al mirar atrás y darnos cuenta que lo mejor que nos pudo pasar fue haberlo intentado.
Gratificante el resultado con la suma de actos que se convierten en experiencias.
Jubiloso el momento de ver el sol cuando entendimos el proceso de oscuridad, sequía, tempestad y primavera.
Hermoso tesoro el hallazgo de las más inéditas motivaciones y determinaciones.
Valeroso el tiempo cuando se sustrae el mensaje más importante de cada suceso.
Apremiante la valentía de servir; al discernir que nuestros talentos siempre son necesitados para algo y para alguien.
Justificada la espera para que la paciencia brille a causa de haber preparado el lugar correcto y las personas idóneas.
Vivificante todo aquello que permitió gestar esperanza, aun cuando quisimos darnos por vencidos.
Qué hoy sea la oportunidad de comprender que cada día es una nueva oportunidad para emprender vuelo, para dejar de centrarnos en lo que no sabemos, sino poner la mirada en todo lo que sabremos y alcanzaremos.
No cortemos las alas resaltando las incapacidades; más bien, afloremos y allanemos el terreno para el “despegue” porque como dice el Señor…“El que mucho viaja. Mucho sabe, y el que tiene mucha experiencia discurre sabiamente. El que no ha pasado pruebas, sabe poco; pero el que ha viajado, se hace muy listo. En mis viajes he visto muchas cosas, y sé más de lo que cuento. Muchas veces estuve en peligro de muerte, pero gracias a mi experiencia salí con vida”. Eclesiástico 34, 9 – 12