Vale la pena reflexionar sobre lo que es «fácil» y «difícil»
¿Quién dijo que iba a ser fácil? Es una pregunta que quizá has escuchado en algún contexto de la vida, incluso, te la pudieron haber planteado a ti en algún momento. Esta es una de esas preguntas que surge, por lo general, cuando las cosas no andan muy bien, no se obtiene el resultado esperado, se evidencian los tropiezos, y el cansancio se siente con más peso. Pero al mismo tiempo, es un interrogante que nos puede confrontar, y si lo permitimos, ver nuestro escenario desde una perspectiva diferente donde nos damos cuenta que el camino que se torna no tan fácil, siempre tendrá mayor recompensa.
La realidad es representada por situaciones sencillas y otras “difíciles”. En ocasiones, permitimos que los demás sean los que codifiquen los mensajes que recibimos, pues nos vamos masificando en lo que para el común es más fácil o sencillo, y vamos descartando sin, darnos cuenta, todo aquello que con un poquito más de camino, llegaríamos a la meta con nuevos horizontes.
Revisemos algunos ejemplos:
Sencillo es decir que aceptamos la voluntad de Dios, “difícil” es comprometerse a perseverar todos los días para hacer su voluntad en nuestra vida.
Sencillo es ir a un retiro espiritual, “difícil” es reconocer que usualmente necesitamos retirarnos, hacer altos en el camino, realizar exhaustivos exámenes de conciencia, y conducir a un mejoramiento continuo.
Sencillo es ayudar cuando nos piden que lo hagamos, “difícil” es tener una actitud de servicio constante frente a las necesidades de nuestros hermanos.
Sencillo es ir a la eucaristía todos los domingos, “difícil” es apartar el tiempo todos los días en nuestra agenda para asistir al lugar donde Dios nos habla por medio de su palabra.
Sencillo es decir te amo, “difícil” accionar para expresarlo siempre, incluso en los momentos de dificultad que es cuando más necesitamos demostrarlo.
Sencillo levantarnos todos los días de la cama, “difícil” ser consciente de agradecer a diario cada bendición que tenemos en la vida.
Sencillo salir a trabajar y cumplir con las responsabilidades asignadas, “difícil” pensar en todas las personas que no tienen un empleo, que no le encuentran sentido a su vida, y que no utilizan ni ponen al servicio sus talentos.
Sencillo prender la televisión y ver los programas del prime time, “difícil” decidir ver solo propuestas que edifiquen.
Sencillo escribir un #Hashtag en Twitter, Facebook, Instagram, etc., “difícil” escribir mensajes de esperanza, de paz y de amor.
La suma de actos sencillos se convierte en grandes propuestas que permiten tejer un panorama completo. En el mar, por ejemplo, hay muchas especies, pero no todas podemos verlas a simple vista. Es allí donde encontramos que lo sencillo representa un poco más de esfuerzo para poder pasar del simple careteo, al buceo insondable del grandioso mar; es allí donde para muchos, lo que significa difícil podrá considerarse imposible, pero para quienes creemos en Aquel que todo lo hace posible, hasta los actos más “difíciles” serán los más sencillos.
Estamos acostumbrados a que nos vendan muchas cosas como difíciles e inalcanzables. Qué esta sea la oportunidad para hacer las cosas fuera de lo común, cosas que puedan edificar más nuestros entorno, crecimiento personal y espiritual, cosas que puedan fortalecer nuestra familia, pero sobre todo que cuando navegue en nuestra mente el “¿Quién dijo que iba a ser fácil?”, recordemos que en nuestras fuerzas quizá siempre el mensaje se codificará en fácil o difícil, pero en Dios solo existe misericordia y posibilidades frente a nuestras debilidades, y de manera especial, se derrama una gracia sobre aquellos que son despreciados, perseguidos, juzgados, violentados y olvidados.