Inicio / Vive con Sentido / El dos antes que el uno
Generic filters

Filtro

El dos antes que el uno

Entre dos se multiplican los esfuerzos y se dividen las tristezas

Por: Diego Alejandro Polo Salazar

En un texto apartado que leía hace varios días encontré una frase del novelista y pensador ruso, León Tolstói, que decía: “sentir dolor te hace un ser vivo, sentir el dolor del otro te hace un ser humano”. El resto del texto se convirtió en una acción de citolegia frente a tal impactante y reveladora frase.

Se puede considerar que el ser humano es una especie dominante frente a las demás criaturas creadas por Dios; se puede definir al homo sapiens sapiens, según la definición etimológica del término como el “hombre que piensa”, pero se necesita ir más allá de la simple historia, pues, no hay acto de amor más grande y valiente que entregar la vida por los demás.

De eso se debe tratar nuestra misión de vida, en sentir el dolor de lo demás, en no perder la empatía y el amor al prójimo en un mundo que nos ofrece todas las comodidades y una vía despejada para el individualismo, y en la sociedad de hoy nos acostumbramos a eso que nos entrega el mundo en mayúsculas proporciones.

Acostumbrarnos a lo que nos indica nuestra sociedad es quizá el peor error que cometemos, es el autoengaño, la forma de vivir teniendo miedo al cambio. Siempre se debe estar bajo la anormalidad. Anormalidad que se ve explicita en romper el molde el egoísmo, del odio, del estigmatizar antes de conocer, al evadir la tarea que Dios Padre quiere para nosotros: entregarle la vida los demás, así como él entrego a Dios Hijo para salvar la humanidad.

Así como dice la frase de Tolstói que cité en el principio, se puede entender la idea de sentir el dolor del otro en algo más que prestar una ayuda a quien lo necesita o hacernos al dolor del prójimo como algo nuestro; ese algo más es construir a través de la diferencia, aceptar al distinto y construir entre sí una solución a nuestros problemas, porque sentir la pena que aqueja al vecino, amigo, familiar o desconocido se ve reflejado desde el punto en que aceptamos al otro como igual sin importar pensamientos, doctrinas, creencias o demás diferencias que tenga con uno mismo.

Ningún ser humano está por encima de otro, el servilismo, la falta de consciencia y el odio generalizado son muestras claras de que nuestra sociedad debe ser replanteada, pues nosotros como dueños de nuestros propios destinos tenemos la responsabilidad de hacer de todo lo que nos rodea un espacio vital y funcional para la vida, un lugar donde con el pasar del tiempo se parapeten las desdichas, congojas y sufrimientos.

El llamado de Dios con nosotros es no volver nuestro sentido de vida un camino lleno de triunfos de índole personal, sino en una vía gigante de servicio a los demás, así como lo describe Jorge Robledo Ortiz en una de sus obras , donde lo que importa es seguir los pasos de aquel que nos salvó con amor, él, ese mismo que bajó de los cielos a “ la ciudad sagrada, la tierra de la cruz y del olivo, la que escuchó el Sermón de la Montaña, la patria de Jesús y de María la que arrulló las bienaventuranzas, la tierra donde un tosco carpintero pulió a garlopa el globo de una lágrima…”

En vez de uno seamos dos, y más, amando, ayudando, sintiendo por el otro, pues así haremos de nuestras vidas el verdadero don más preciado que alguna vez se pueda tener.