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Cómo tratar la depresión

Claves para trabajar la depresión

Hoy la depresión es tan común como una gripa, aunque muchos no lo hablen abiertamente y lo oculten ante los demás, es una enfermedad como cualquiera, que puede ser ocasionada por factores externos del ambiente en el que se vive o por factores internos hereditarios y/o alteraciones fisiológicas del organismo, y debe ser tratada.

Cuando una persona, en algún momento de su vida siente tristeza, sin sentido de vida, infelicidad, irritabilidad, culpabilidad, sensación de vacío y falta de gusto por las actividades que hace, es una voz de alarma que da indicios de que algo no está funcionando bien en la vida. En ese caso, es importante diagnosticar, aceptar la realidad y buscar ayuda. Evitando avergonzarse y sentirse mal, diciendo: “esto no me puede estar pasando a mí”.

Y es que, según la Organización Mundial de la salud, “la depresión es una enfermedad frecuente en todo el mundo, pues se estima que afecta a un 3,8% de la población, incluidos un 5% de los adultos y un 5,7% de los adultos de más de 60 años” (1).

Algunos expertos hablan jocosamente y expresan que estar con depresión es estar a la “moda”. Ellos lo mencionan muy a propósito, al mostrar cómo el incremento acelerado de los índices de la depresión está afectando cada vez a más personas en el mundo sin diferencia de sexo o edad, porque la padecen tanto jóvenes, como adultos y niños, hombres o mujeres en cualquier parte del planeta.

cómo sé si tengo depresión - padre carlos yepes

Pero, ¿Qué es y cómo saber si tengo depresión?

La depresión se considera como un trastorno temporal o constante, caracterizado por ciertos sentimientos y patrones de comportamiento. Proviene del latín: depressio, que significa ‘opresión’, ‘encogimiento’ o ‘abatimiento’ y se acompaña de síntomas como:

Cansancio: Falta de energía y fuerza para desarrollar las actividades del día a día, fatiga constante en el cuerpo y deseos de guardar reposo por tiempo prolongado.
Irritabilidad: episodios extremos de sensibilidad o susceptibilidad; incomodidad, fastidio, prevención y falta de control de emociones.
Dificultad para dormir o exceso de sueño: se evidencia por momentos de frustración cuando no se logra descansar, y al cabo de los días, incluso meses, se van acumulando las horas en vela. Por otro lado, el exceso de sueño, es una especie de cuarto secreto donde se camuflan los sentimientos con horas prolongas de sueño.
Aislamiento personal: poco o nulo relacionamiento con los demás.
Poca creatividad: lentitud para pensar, para hablar, para actuar, incapacidad para concentrarse en las actividades.
Sentido de vacío: desánimo, pérdida de esperanza frente a la vida, falta total de motivaciones; ¿yo para qué vivo?, ¿qué sentido tiene la existencia?
• Pérdida de gusto por los placeres cotidianos de la vida: En este ámbito se encuentran, por ejemplo, la pérdida del apetito sexual con la pareja, de la comida, de salir a pasear, compartir con los amigos, escuchar música, de sacar a pasear la mascota por el parque. falta de capacidad para disfrutar sin que allá una razón aparente.
• Falta de expresión emocional: incapacidad para demostrar las emociones con naturalidad. La persona antes alegre, expresiva, sonriente; ahora es una persona plana, sin capacidad de vibrar.
• Descuido en el aspecto personal: descuido en presentación personal, sentimientos de inutilidad en la vida, miedo a vivir.

Estos síntomas no son los únicos, existen muchos más. Se recomienda revisar si éstos persisten en el tiempo y si se agrupan varios de ellos conocer la tipología del trastorno en el estado de ánimo:
• Si es “trastorno depresivo de un solo episodio: la persona experimenta un primer y único episodio.
• Si es trastorno depresivo recurrente: la persona ha padecido ya al menos dos episodios depresivos; y
• Si trastorno bipolar: los episodios depresivos alternan con periodos de episodios maníacos, que incluyen euforia o irritabilidad, mayor actividad o energía, y otros síntomas como aumento de la verborrea, pensamientos acelerados, mayor autoestima, menor necesidad de dormir, distracción y comportamiento impulsivo e imprudente”2

¿Por qué se ha disparado los índices de depresión?

Para muchos, el tema es que estamos en un mundo cada vez más acelerado, interconectado, con mayores exigencias del ser humano y creación de necesidades de mayor bienestar, comodidad y confort, pero al mismo tiempo en un mundo también más competitivo, más exigente y cambiante.
Para otros, la depresión obedece quizás a un cambio de época, con nuevas pandemias, crisis económicas, políticas, sociales, escenarios de guerra, de corrupción, de cambio en estilos de vida, valores, educación.

Y es que a la depresión hay que ponerle atención, porque al parecer podemos llegar a ser sociedades más enfermas, más tristes, más desesperanzadas. Es evidente que hay que hacer un alto en el camino y observar las circunstancias de tiempo que llevan a ocasionar este tipo de enfermedades.

Analicemos en detalle que puede estar pasando en el mundo moderno y cómo hay influencias positivas o negativas diarias en nuestra salud mental de los seres humanos.

Hoy somos una sociedad sobre informada:
Tenemos sobre exposición de datos, cifras, mensajes, videos, imágenes que puede tener dos realidades: una muy interesante cuando se es consciente, se busca y se elige para el conocimiento humano, la educación, la cultura, la diversión, el crecimiento personal, familiar y espiritual, pero hay otra realidad que es poco saludable y no beneficia la parte psíquica y emocional de una persona, y es cuando se trata de medios digitales, plataformas de entretenimiento, y demás medios masivos de información que muestran morbosidad, violencia, sensacionalismo, noticias negativas agrandadas, destrucción, caos, sexo desenfrenado, drogas, vicios, alteraciones negativas del comportamiento y miseria de las personas.

Está comprobado profesionalmente por psiquiatras y psicólogos que una persona que esta todo el día recibiendo información negativa, se agita y perturba más, podríamos llegar a decir que el individuo va presentando una indigestión o saturación mental y emocional negativa al recibir en demasía estímulos de noticias amarillistas, crisis, conflictos, mal que conllevan a enfermedades y trastornos.

Los profesionales recomiendan aislar este tipo de actividades y buscar acciones placenteras, que ayuden al bienestar emocional, a la satisfacción, gratificación y real sentido de vida de construir, edificar y vivir bien.

Hoy tenemos unos estereotipos de vida desvirtuados y alejados de lo que realmente es un buen vivir

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En esta era se nos dice: “tu felicidad es tener dinero, el gran sentido de tu vida es ser rico y famoso, es apostarle por los estereotipos de belleza 90/60/90 y con ello, atender a la sobredemanda de cirugías plásticas y tratamientos dentales y faciales”.

Consiste en responder a la sociedad de consumo que nos sobre estimulan; entonces cuando no alcanzamos a ser los millonarios, las súper bellas, los súper famosos, entonces hay frustración, hay sensación de fracaso, porque nos comparamos permanentemente con modelos, con paradigmas sociales; las chicas con chicas de su edad y los adultos con adultos de su edad y nos preguntamos, qué hemos alcanzado realmente en nuestra vida y esto genera neurosis, impotencia, fracaso, sin sentido de vida.

Y es que el mundo actual nos lleva a tener ídolos de barro y buscar espejismos y plenitud en el lugar equivocado. Esta resistencia a la frustración crea rechazo, insatisfacción, tristeza y llega perfectamente a la depresión.

De manera especial, los jóvenes, mientras más expuestos a estímulos materialistas y consumistas, y más en contacto a un flujo de sobreinformación, son más proclives a la depresión, la ansiedad, el estrés, a los nervios y a la angustia existencial.

Hoy tenemos hogares más disfuncionales, crisis de familia.

No hay hogares sólidos, fuertes, de gran estabilidad afectiva y emocional.
No son hogares con ejemplo, valores, cercanía, tiempo para compartir en familia, cada cual está por su lado, en su mundo, en su celular, con sus amigos, no hay unidad, no hay relaciones de convivencia, fraternidad. Hay desarraigo, y el no tener una familia a la cual pertenecer, nos lleva a sentimientos de soledad, de inseguridad personal, vacío existencial.

Hoy somos más individualistas

Una sociedad más ególatra, más autosuficiente que cree que lo puedo todo solo, que no necesita de nadie, que se basta a mí mismo
Y es que el ser humano no lo puede todo y no lo controla todo y al enfrentarse a una situación que no puede manejar se derrumba.
Pero también este mismo individualismo nos lleva a tener relaciones sentimentales más superficiales, menos estables y duraderas y nos volvemos que nos somos capaces de manifestar aprecio y cariño
A veces nos pasamos la vida en el hacer, y poco en el ser. Y basados en falsos respectos, no “invado” al otro, porque me parece que es un irrespeto llegarle su vida, y dejo que se hunda en sus problemas, no me meto en ellos. No reconozco que puedo ser de gran ayuda para los demás.

Hoy somos inmediatistas, instantáneos:

Hay que trabajar más rápido, aprender más rápido, hacer resúmenes ejecutivos al instante, disponer de comidas rápidas, fáciles de hacer, un transporte super rápido, los trenes de alta velocidad. La vida se nos volvió correr y correr, y por correr se nos olvidó vivir y una de las grandes sabidurías de la vida es ralentizar y suavizar los días.

Hoy vivimos una pandemia sin precedentes:

Sin duda alguna, la crisis causada por Covid-19, que ha trascendido las esferas de salud, y ha tocado el ámbito social, económico y familiar, ha sido una de las causas más importantes en disparar los índices de depresión en todo el mundo, porque no solo se habla de las consecuencias y secuelas de depresión que el virus ha dejado en quienes lo padecieron, sino que, indirectamente, todos aquellos que han enfrentado la muerte de un ser querido, la pérdida del trabajo, el encierro y soledad, han sido quienes han incrementado la cifra de depresión a nivel mundial.

Hoy vivimos sobre medicados: 

No se desconoce el valioso aporte de la medicina y posibilidad de calidad de vida ante el dolor de las enfermedades, pero cuando el ser humano desde la mañana hasta la tarde quiere pastillas para todo, para el dolor de cabeza, para el problema digestivo, para la circulación en las piernas, para los distintos problemas, en el fondo se descubre que te vuelves más débil para cualquier dolor, y resulta que no hay pastillas para el dolor del alma, y la sociedad sobre medicada, “empastillada”, cada vez crece en la venta libre de medicamentos en el mundo, que a bien de darnos una solución, nos trae una serie de efectos secundarios que dañan el organismo y esto nos puede llevar a episodios más frecuentes de depresión.

Cómo superar la depresión

Es importante diagnosticar la depresión, tratarla profesionalmente, y añadir ciertas prácticas que, a lo largo de la historia, han beneficiado a muchas personas.

1) Hacer ejercicio:
Elegir un deporte para ejercitar todos los órganos del cuerpo es fuente de salud.

Identifica el hobby que te apasiona y practícalo:
Enfócate en dedicar tiempo a aquello en lo que eres muy bueno, puedes dar mucho fruto y agregar gran valor.
Más que tratarse de una mera distracción, es un mecanismo para desarrollar nuevos talentos y potenciar habilidades. Además, para enfocar la atención en las pasiones y desplazar sentimientos que ocasionan algún mal.

2) Terapia psicológica

La depresión debe tratarse con seriedad, esto implica compromiso de quien ha sido diagnosticado, y requiere tratamiento al respecto.
Toca puertas de especialistas y busca sentirte en confianza para que los procesos tengan continuidad.

3) Busca un encuentro personal con Dios

Existen muchos testimonios alrededor del mundo y en el trascurso de la historia de personas que por medio de la fe y un encuentro personal con Dios han hallado sentido a su vida y se han sanado de la depresión.
Esta es una experiencia que debe ser vivida con apertura de corazón.

4) Nutre tu mente y espíritu
Aliméntate de mensajes positivos, que te ayuden y fortalezcan en tu crecimiento personal y espiritual.

5) Busca una red de apoyo
Crea un núcleo de familiares, amigos, consejeros, sacerdotes que te escuchen y te ayuden en el proceso de salir adelante.

En conclusión, podemos agrupar en tres líneas las herramientas que tenemos para superar la depresión:
La primera, los medios humanos, la alimentación, el ejercicio, los hobbies, pasatiempos, lo que te gusta, terapia psicológica o psicoterapia, pastillas si las necesitas en un tratamiento médico.

Un segundo camino es tener un entorno afectivo fuerte, las personas que viven en soledad necesitan el apoyo emocional y afectivo de la pareja en el matrimonio, de los hermanos, papás o hijos en la familia, de un buen amigo en el plano de la amistad, de un excelente compañero en el plano del trabajo; un sacerdote, pues la gente con un entorno afectivo y emocional fuerte está mucho mejor preparada para que, con el paso de las semanas y de los meses pueda superar un episodio de depresión, para que pueda salir de él.
Estos espacios nos permiten sentirnos amados y dialogar, liberar, comunicarnos, hacer catarsis, decir qué nos duele, a qué le tenemos miedo, por qué nos sentimos tristes y expresarlo con tranquilidad de no sentirnos juzgados; por el contrario, acompañados.
Detrás de muchos jóvenes con depresión, hay papás divorciados, que peleaban, que están ausentes.
Detrás de un adulto que está con depresión tal vez hay un cuadro de familia donde él se aisló o lo dejaron solo.

Un tercer punto y definitivo es la confianza en Dios. El creyente que tiene una fe religiosa fuerte, maneja muchísimo mejor un evento de melancolía, de ansiedad, de depresión.
En la Biblia, en el primer libro de los Reyes, encontramos, por ejemplo, un episodio de depresión en el profeta Elías, cuando ha combatido a los Baales, cuando ha trabajado, cuando ha predicado y cuando Betzabel le busca para matarlo, y él se deprime, se tumba, se tira al suelo y dice: “Señor, me quiero morir, me quiero morir. No quiero vivir”, Sin embargo, es su fe en Dios la que le permite alimentarse, levantarse y reemprender el camino de su vida.

Aquí evidenciamos que la depresión es tan antigua, estamos hablando del profeta Elías, varios siglos antes de Cristo. Por ello, no temas tener depresión, teme no diagnosticarte a tiempo, porque es una enfermedad traicionera que va avanzando. Nos tenemos que dejar ayudar, tenemos que pedir ayuda, debemos descubrir que no batallamos solos porque Dios está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo.

Estamos en la sociedad de: “yo lo puedo todo, yo no necesito de nadie, yo soy fuerte, yo no puedo mostrar debilidad porque eso no es bien visto”, pero débiles somos, humanos somos, de manera que aprende a hablar con toda tranquilidad sobre esta situación que estás viviendo, sin fastidiarte, sin enojarte y generar esos vínculos de pertenencia, vínculos afectivos fuertes y sólidos.

Fuentes:

1). Organización Mundial de la Salud (https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/depression – (Instituto de Sanimetría y Evaluación Sanitaria. Global Health Data Exchange (GHDx). http://ghdx.healthdata.org/gbd-results-tool?params=gbd-api-2019-permalink/d780dffbe8a381b25e1416884959e88b )
2). Organización Mundial de la Salud (https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/depression