San Quintín
Misionero y evangelizador, mártir
«El Sanador de las almas»
Fue el Hijo de un notable Senador Romano. Dejó su patria, su casa, sus bienes y renunció a todo.
Se estableció en la ciudad de Amiens a orillas del Rio Soma. El Señor le infundio un profundo anhelo, para predicar la Fe y el amor a Jesucristo.
Evangelizó en muchas partes, aún en aquellas tierras difíciles, donde no se conocía de Jesús.
Quintín, creció en número de fieles e hizo grandes prodigios, sano enfermos, expulso demonios, y muchos se convirtieron al escucharlo.
Tuvo detractores, que quisieron parar su labor de evangelización, entre ellos, los sacerdotes paganos, quienes al ver sus carismas y poder de sanación con la gente; se quejaron ante el gobernador Riciovaro, diciéndole que la religión de los dioses de Roma se iba a quedar sin seguidores.
Riciovaro, lo llamó y le reclamó preguntándole el por qué propagaba la religión de un crucificado. Quintín, le dijo que ese crucificado ya había resucitado y que ahora era el rey y Señor de cielos y tierra y que por lo tanto, para él era un honor ser seguidor de Jesucristo, más que ser hijo de un senador romano.
El gobernador azotó cruelmente a Quintín, lo encerró en un oscuro calabozo, amarrado con fuertes cadenas pero sin saber cómo Quintín quedo libre esa noche, sus cadenas se desataron inesperadamente y se fue para la calle.
Entonces el gobernador lo manda poner preso nuevamente y después es torturado, hasta que finalmente le mandan a cortar la cabeza hacia el año 287.
Enseñanzas para la vida
San Quintín es un gran ejemplo para nuestro tiempo.
Su celo apostólico logró la conversión no solo de su alma sino la de muchos.
Hoy Necesitamos ser luz para todos, empezando por nuestra propia casa.
Requerimos más hombres y mujeres valientes, capaces de renunciar a sí mismos, por el evangelio.
Empecemos nuestra conversión aquí y ahora, no la aplacemos. Mantengamos presente la perseverancia en la Fe, San Quintín lo hizo en medio de las más difíciles pruebas.
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