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Beato Francisco Palau Quer I Santo del día I Amén Comunicaciones

Beato Francisco Palau Quer

Fundador, místico Carmelita Descalzo

“No se puede seguir a Cristo a medias tintas”.

La liturgia hoy, hace memoria del beato Francisco Palau Quer, hombre apasionado, él afirmaba “No se puede seguir a Cristo a medias tintas”.
Poseía un agudo sentido de observación del entorno que le rodeaba. Carmelita, ardiente predicador, audaz misionero, apóstol y profeta. Fundador de las Carmelitas misionera teresianas.

Nació en Aytona (Lérida España) el 29 de diciembre de 1811, de familia de pobres labradores, pero muy piadosa y cristiana.
En 1828 ingresó en el seminario de Lérida, donde estudió filosofía y teología durante cuatro años y era alumno becado. Allí el contacto con los carmelitas descalzos, asistentes espirituales de los estudiantes, le permitió que floreciera en su alma, la vocación religiosa.

Posteriormente renunció a la beca y pasó como postulante al convenio de los Carmelitas descalzos y hacia 1832 ingresó en el noviciado, vistió el hábito de carmelita en Barcelona y tomó el nombre religioso de Francisco de Jesús, María y José.

Hizo su profesión religiosa en 1833. España vivía tiempos de persecución religiosa. Él, conocedor de la situación, no abandonó sus estudios de Teología en el convento de san José en Barcelona.
En 1835 fueron incendiados conventos y casas religiosas, entre ellos el convento de Barcelona donde vivía Francisco, él huyó con otros carmelitas de la comunidad, y en 1836 a pesar de las prohibiciones del gobierno, fue ordenado sacerdote.
Obligado a exiliarse en territorio francés por 12 años, se entregó de lleno al apostolado y a la oración.

La actividad apostólica la realizó a través de las misiones populares y atención personal a quienes lo buscaban por la fama de santidad de que gozaba y su integridad de vida.
Los logros de conversiones obtenidos por su predicación y consejos, dieron lugar a persecuciones de parte del poder civil y aún de sus hermanos religiosos.
Vuelto a España, creó la “Escuela de la Virtud”, modelo de enseñanza y catequesis permanente para adultos, con gran influencia en la sociedad; sus enseñanzas eran muy acogidas por personas de distintas clases sociales y sobre todo por los obreros.
Por envidia e intrigas, fue calumniado de incitar a la huelga y protesta; la escuela fue cerrada y él nuevamente desterrado de España a Ibiza.

El islote de Vedrá, lugar predilecto de su retiro, con su bello paisaje, y el silencio, le hizo revivir en su interior la riqueza de la tradición eremítica que tanta gloria ha
dado a la Iglesia. En la soledad del Vedrá vivió las vicisitudes de la Iglesia como institución.
Aunó la contemplación y la acción y descubrió el punto central de su misión. “Servir y defender a la Santa Iglesia, objeto de su ardiente amor hacia ella”.
Durante otros seis años, desde 1854 a 1860 de permanencia en Ibiza. lleno de fortaleza, prosiguió siendo un gran pacificador, defensor de la verdad y aliado de los desfavorecidos.

Fundó en 1860 dos congregaciones religiosas: Hermanas Carmelitas Misioneras y Hermanas Carmelitas Misiones Teresianas, que encarnan su espíritu y hacen que el Padre Palau siga aún hoy vivo en sus hijas.
Dotado por Dios con el don de profecía y milagros, soportó varias denuncias y juicios debido a las numerosas curaciones que hacía sin ser facultativo. Practicó exorcismos y llevó a Roma ante el Concilio Vaticano primero sus inquietudes al respecto.

Escritor, defensor de causas perdidas, con su tierna devoción a María y su proverbial amor a la Iglesia, alumbró la etapa que le tocó vivir con el ímpetu apostólico que brotaba de lo más hondo de su ser.
Es autor de obras espirituales, como “La lucha del alma con Dios”.

Espiritualidad: La clave de toda su vida espiritual y de su misión eclesial es el encuentro con Cristo vivo en su Cuerpo Místico, en la Iglesia.
Se proyectó en la lucha, por la Paz entre hombres; por la Verdad para desterrar la ignorancia; por la Libertad en España que perseguía a la Iglesia.
Fructificó cuando descubrió que la Iglesia era su ”Amada», la vía que le permitiría llevar el mensaje de la fe a todos los estamentos sociales, y se puso a su servicio”
Su ideal: “Amar y servir a la Iglesia” en los pobres, los enfermos, los niños, los jóvenes, las familias.

Murió en Tarragona (España), el 20 de marzo de 1872 a sus 61 años de edad.
Beatificado el 24 de abril de 1986 por el papa san Juan Pablo II.
Su fiesta se celebra el 7 de noviembre.

Enseñanzas para la vida:

Estar siempre dispuestos a seguir a Cristo aunque nos cueste.
Entregarnos con valentía y generosidad al servicio de los hermanos.
El amor a Cristo, a la Virgen María, y a la Iglesia, sean pilares en el apostolado.
La soledad, Oración y sacrificio, nos fortalecen y sostienen en la evangelización. .

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