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Santa Teresa de Jesús Jornet e Ibars I Santo del día I Amén Comunicaciones

Santa Teresa de Jesús Jornet e Ibars

Virgen fundadora

«No hay nada pequeño, si se trata de la gloria de Dios»

La Iglesia celebra hoy con el carácter de memoria litúrgica obligatoria a Santa Teresa de Jesús e Ibars, quien dedicó toda su vida a servir al Señor Jesús a través de los ancianos desamparados.
Fundó la “Congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados”. Patrona de los
ancianos. Nació el 9 de enero  de 1843, en Aytona, Lérida (España) del sencillo matrimonio formado
por Francisco Jornet y Antonia Ibars. Al día siguiente de nacida fue Bautizada y a los 6 años recibió la Confirmación.

Familia muy cristiana: una de sus hermanas fue Hija de la Caridad, otra se unió a la Congregación que Teresa fundó. Tres sobrinas ingresaron a la orden religiosa. Los primeros estudios los realizó en Lérida. Estudió magisterio en Argensola, (Barcelona). A los 19 años obtuvo el título de Maestra, y el Ministerio de Educación la envió como maestra a Argensola. Su tío, el padre Francisco Palau, carmelita descalzo exclaustrado, la invitó a trabajar un tiempo en el Instituto de Hermanas Terciarias Carmelitas, realizó su trabajo con celo y esmero.

Sintió la llamada a la vida contemplativa, por lo cual solicitó ser admitida, e ingresó donde las Monjas Clarisas de Briviesca (Burgos). Por la salud frágil y dada la complicada situación política del país, no pudo hacer los votos y se retiró. En 1872 recibió una luz definitiva. Acompañó a su madre a los termales de Estadilla y de regreso se detuvieron en Barbastro, Huesca (España), allí un grupo de sacerdotes encabezados por el Beato Saturnino López Novoa se dedicaban al cuidado de ancianos abandonados. Teresa vio en esa actividad, la manera de colmar el deseo de entrega al Señor en los demás. Don Saturnino, su director, a quién confió la dirección de su alma, la guío hacia la fundación de una obra destinada a acoger a los ancianos sin familia y sin medios de subsistencia.

Teresa, se orientó segura hacia este ideal y vio abierto el camino de su vida, lo tuvo claro; era la obra precisa a la que Dios la llamaba: desde la profesión religiosa, gastar sus fuerzas, toda su vida en el servicio de los ancianos necesitados. El 11 de octubre de 1872 Teresa salió de Aytona y llegó a Barbastro, (Huesca) acompañada de su hermana María y de una amiga Mercedes Calzada, a unirse a las primeras aspirantes que desde el 3 de octubre, dirigidas por el Beato Saturnino López Novoa y otros sacerdotes y religiosos, iniciaron la primera etapa de su formación.

Se destacó y fue nombrada superiora del grupo y el Beato Saturnino López Novoa le entregó oficialmente las constituciones, que ella recibió como un designio de Dios. Con ellas recibió el espíritu y carisma, lo encarnó, vivió y transmitió con fidelidad a las comunidades del Instituto en sus visitas canónicas. Meses más tarde, el 27 de enero de 1873, con la toma del hábito de hermanitas (10 jóvenes), en la iglesia del seminario de Barbastro fue registrada como la fecha de fundación de la Congregación de Hermanitas de los Ancianos Desamparados.

En mayo de 1873 fue, con el Beato Saturnino a Valencia (España) e iniciaron su trabajo para ayudar a los ancianos en mayor necesidad. Como superiora general, hasta su muerte, rigió la Congregación con mano firme, inteligencia lúcida y corazón generoso. Condujo por caminos de Santidad la Congregación. Alma grande, afrontó dificultades y privaciones con gran fortaleza de ánimo y confianza en la Divina Providencia., Se caracterizó por su sencillez, alegría, entrega abnegada al servicio de los ancianos. Formó a sus hijas en el cumplimiento con ellos de sus obligaciones: asistirlos con cariño y dedicación, en un ambiente de familia y atenderlos en sus necesidades materiales y espirituales.

Aprendió de las terciarias carmelitas el Amor a la Virgen. De las clarisas el amor a los pobres. Le reprochaban por hacer oficios humildes y ella decía «No hay nada pequeño cuando se trata de la Gloria de Dios». Tenía el secreto de su Paz interior, eran sus palabras: “Cuidar los cuerpos para salvar las almas”. Con gran alegría recibió, la aprobación definitiva de las Constituciones, pocos días antes de morir, el 21 de agosto de 1897. No resistió las grandes fatigas físicas y dolores como la muerte de 24 hermanas y 70 ancianos a causa de la epidemia del cólera. Por la enfermedad se retiró a Liria (Valencia) y murió allí el 26 de agosto de 1897. El Papa Píos XII, la Beatificó el 27 de abril de 1958. Y fue Canonizada por San Pablo VI, el 27 de enero de 1974.
Sus restos mortales se encuentran en la Casa madre de la Congregación, Valencia.

Enseñanza para la vida:

Los ancianos, los abuelos son una invaluable riqueza humana y espiritual. Son pozos de sabiduría y de vida y como tal nos pueden acompañar en nuestro caminar. Tengamos para ellos, amor, comprensión y sobre todo no abandonarlos en un hogar, donde quizá tienen cosas, pero carecen del amor de sus hijos, de sus nietos.

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