San Severo de Rávena
Obispo, patrono de los tejedores
«Vivió su ministerio episcopal con gran celo apostólico»
San Severo nació en Ravena, en los primeros siglos del Cristianismo, se desconoce fecha exacta.
Era un tejedor de oficio.
Fue un laico comprometido en la Fe, fiel a Cristo, piadoso y servicial con la comunidad. Estaba casado con Vicencia y tenía una hija llamada Inocencia. Era considerado un hombre bueno, justo y honrado.
Se cuenta que un día se le apareció una paloma en su cabeza y este fue el signo para que fuera elegido como Obispo en Ravena – Alemania en el año 310. Él no quería tomar el Cargo, pero la comunidad lo aclamaba, por sus cualidades e integridad. Es entonces cuando decide Renunciar al mundo, a su hogar y su familia, para consagrarse a Dios. Su esposa Vicencia e Inocencia su hija, se consagraron también al Señor. Vivió su ministerio episcopal con celo apostólico.
Combatió las herejías y el arrianismo que sostenían que: “Jesús era un alma excelsa, superior, pero que carecía de divinidad”.
Participó en el concilio de Sárdica – Bulgaria en el año 342 al 343.
San Severo murió en su sede episcopal en el año 389.
Enseñanzas para la vida:
En la poca historia conservada por la Iglesia de san Severo, podemos recibir como enseñanza dos grandes momentos que nos llevaran al cumplimento de la voluntad de Dios en nuestras vidas.
Ser fieles a Dios: San Severo vivió la fidelidad a Cristo y por ello respondió a ella con la entrega total de su vida.
Ser defensores de la fe en Cristo, reto de los héroes: Sin temor y con valentía, san Severo refutó y ganó sobre los herejes.
Gracias al Espíritu Santo que lo capacitó y lo sostuvo en la defensa de la fe.
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