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San Severino I Santo del día I Amén Comunicaciones

San Severino

Abad predicador

«Eje de su apostolado el llamado a la conversión y búsqueda de Dios»

Nació en Roma en el año 410. Provenía de una noble y rica familia. Poseía los dones de consejo y profecía.
Fue misionero en las orillas del río Danubio en Austria y Alemania, y al estilo del profeta Jonás, anunció a los habitantes que se convirtieran de sus malas acciones y evitarían mayores desgracias.

La región sufría las consecuencias de la invasión de Atila, que arrasaba con todos los pueblos por los que pasaba. En ese escenario de invasión, Severino lleva una vida austera, pobre, sencilla, pacífica, casta y penitente.

Las invasiones de los barbaros no le impidieron el ejercicio de la predicación cristiana y de la caridad.
El eje de su apostolado fue el llamado a la conversión, la penitencia y la búsqueda de Dios. Predicó en medio de los suyos la necesidad de ayudar a los pobres y despertó en sus oyentes una gran confianza en Dios.

Su vida transcurrió en soledad, recorriendo llanuras, heladas, con los pies descalzos, dormía sobre el suelo. Ayunaba, consolaba y sanaba enfermos. Fue respetado por romanos y arrianos, que ven en su testimonio de vida un santo de cuerpo entero.

Compaginó la vida activa con la contemplativa: acción pastoral y social y vida de oración.
Fundó monasterios durante más de 30 años, que servían a los pueblos como sitios de protección contra las invasiones bárbaras.
Fue el abad del monasterio de Fabiena y allí educó a sus monjes en la piedad de Dios, en el culto a los santos padres y en la veneración de los mártires.
Fueron discípulos suyos, reyes, gente sencilla, barbaros convertidos y hasta eclesiásticos como obispos que acudían a su consejo.

Murió en Mezzogiorno, Italia el 8 de enero del año 482, mientras sus discípulos cantaban el último versículo del salmo 150 que dice: «Todo ser que tiene vida, alabe al Señor».

Aprendizajes para la vida

La necesidad de la conversión y la penitencia
Vivimos en el mundo del confort y el bienestar, que nos aparta de Dios, el llamado a ejemplo de San Severino es buscar la conversión del corazón y la práctica de la penitencia que nos permitan cambiar la forma en que vivimos y tener una vida sencilla, de servicio, entrega y oración, fuera de pecado y en una búsqueda constante de la gracia de Dios.

Amor por los pobres y más necesitados
Salir de nuestro mundo propio de egoísmo, disfrute y del tener e ir al encuentro de aquellos más necesitados de consejo, ayuda, amor, comprensión, esperanza y aún de alimentos y condiciones necesarias para tener una vida digna.

Escucha el relato del santo del día