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San Román de Condat I Santo del día I Amén Comunicaciones

San Román de Condat

Abad fundador

«Vida de gran humildad, alegría, servicio y entrega generosa»

Román nació en el condado de Borgoña- Francia en el año 390, perteneció a una familia humilde y bondadosa. Sus padres le inculcaron una esmerada educación cristiana y el santo Temor de Dios.

Movido por la búsqueda de Dios buscó en la soledad, el silencio y la oración entregarse a Él. Y ante la carencia de conocimiento sobre la vida de los monasterios y conventos; decidió ir en búsqueda del abad del convento de Lyon, para instruirse y profundizar sobre la vida monástica y eremítica.

Se fortaleció en la práctica de las virtudes cristianas y en el valor de la contemplación y el silencio. Animado por tener una vida más austera, se retiró del convento y se estableció en el monte Jura. Allí se dedicó al silencio, la soledad, a meditar las verdades de la religión católica, a orar los salmos y a practicar largas jornadas de penitencia.

Su hermano Lupicino acudió donde él y decidió acompañarlo, también impulsado por el deseo de consagrarse y entregarse plenamente a Dios. Con el tiempo muchas personas sedientas de Dios, acudían a ellos para recibir sus enseñanzas y crecer en la oración.

Ante el incremento de vocaciones, Román y su hermano fundaron dos monasterios en Condat, en ambos monasterios los pilares de su espiritualidad eran la piedad, el silencio contemplativo y la práctica de las virtudes.
El obispo san Hilario en su visita pastoral por la región del Jura y conocedor de la santidad de Román divulgada por el pueblo, se entrevistó con él, le otorgó las ordenas sagradas y lo ordenó sacerdote.
Posteriormente el padre Román construyó varios monasterios, entre ellos uno para damas, el monasterio de Beaume, y fue dirigido por su hermana menor.

El padre Román, con varios hermanos del monasterio realizó una peregrinación a Saint-Maurive de Valias; en el camino encontró dos leprosos, los abrazó, impuso las manos sobre sus cabezas y de inmediato quedaron curados de la lepra.
El conocimiento de ese milagro originó grandes aplausos para San Román; quien por su humildad de corazón los rehusó y regresó de inmediato al monasterio, donde meses después, extenuado y consumido por sus grandes y continuas penitencias, murió el 28 de febrero del año 460.

Enseñanzas para la vida:

San Román siente el amor de Dios en su corazón a raíz de su humildad, alegría y servicio, y por ello busca responder al llamado de Dios con la entrega generosa de su vida. Con esto nos enseña que en nosotros está la decisión de responder al llamado de Dios en nuestra cotidianidad, buscando siempre hacer su voluntad.
Es muy importante silenciar nuestros pensamientos y emociones para escuchar la voz de Dios que nos habla cada día, pero tenemos que silenciar nuestro exterior e interior para saber discernir el llamado que él nos hace.

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