Inicio / Crece en la fe / San Ignacio de Antioquia I Santo del día I Amén Comunicaciones
Generic filters

Filtro

San Ignacio de Antioquia I Santo del día I Amén Comunicaciones

San Ignacio de Antioquia

Obispo y mártir

“Es mejor ser cristiano sin decirlo, que proclamarlo sin serlo”

Nació en los años 30, en Antioquia, una ciudad muy importante para el imperio romano en el Asia menor, actual Turquía.
Ignacio significa: «lleno de fuego» estaba lleno de fuego de amor por Dios. Apodado Theóforo es decir el portador de Cristo.

Discípulo de los apóstoles
• Fue discípulo directo de san pablo y san juan, cuenta la tradición que fue el niño que Jesús puso en medio de los apóstoles para invitarlos a hacerse pequeños.
• Nombrado como el sucesor de pedro, fue el primero en llamar La iglesia de Cristo “católica” es decir universal. Murió mártir en el año 107.

Fiel en su doctrina:
San Ignacio nos probó con sus enseñanzas y su testimonio la verdad que la iglesia ha transmitido por siglos desde sus inicios, esta doctrina incluye: La Eucaristía; La jerarquía y la obediencia a los obispos; La presidencia de la iglesia de Roma; La virginidad de María y el don de la virginidad; El privilegio que es morir mártir de Cristo.
“Evitad las divisiones, como el comienzo de los males. Seguid todos a vuestro obispo, como Jesucristo siguió al Padre, y al presbiterio como los apóstoles; y respetad a los diáconos, como el mandamiento de Dios”

Amante del martirio
El emperador Trajano lo hizo prisionero al negarse a adorar ídolos paganos, lo envió a Roma en un penoso viaje, donde escribió 7 famosas cartas dirigidas a varias iglesias de Asia menor, en ellas podemos ver el celo que Ignacio tenia por la iglesia de Cristo.
«Es mejor para mí morir hacia Jesucristo que reinar en los confines de la tierra».

Al encuentro con Dios
Ignacio anhela ser mártir, ser ofrecido en sacrificio a Dios: “Yo quiero ser devorado, molido como trigo, por los dientes de las fieras para así demostrarle a Cristo Jesús el gran amor que le tengo.”
Ante el inmenso gentío fue presentado en el anfiteatro. Él oró a Dios y en seguida fueron soltados dos leones hambrientos y feroces que lo destrozaron y devoraron, entre el aplauso de aquella multitud ignorante y cruel. Así consiguió Ignacio lo que tanto deseaba: ser martirizado por proclamar su amor a Jesucristo.

Para la vida de hoy:

La sangre de los mártires es semilla de buenos cristianos, hoy te pedimos señor que ese sacrificio infinito en la cruz y el de todos aquellos que a lo largo de la historia han dado su vida por ti, no quede vacío, sino que haga eco en nuestros corazones, nos de la fortaleza y la valentía para anunciar tu evangelio a toda la creación, pero sobre todo hacerlo vida en nosotros.

Escucha el relato del santo del día