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San Esteban I Santo del día I Amén Comunicaciones

San Esteban

Rey de Hungría

«Su ejemplo de vida llevó a numerosas conversiones»

San Esteban, el nombre significa “coronado” es llamado el Santo patrono de Hungría. Nació en Esztergon (Principado de Hungría), siglo X (975). Fueron sus padres el príncipe Géza y la reina Sarolta. Cuando nació lo llamaron Vajk y al ser bautizado por San Adalberto.

Esteban de joven aprendió latín de manos de San Adalberto y recibió educación cristiana. Contrajo matrimonio con la Beata Gisela de Baviera, hermana del emperador San Enrique II. A la muerte de su padre, le sucedió en el trono y se convirtió en rey. Valiente guerrero y muy bien organizado, derrotó en  fuertes batallas a todos los que se oponían a su gobierno en la nación. Se propuso propagar la la religión católica en todo el país, acabar con la idolatría, (el pueblo adoraba varios dioses). Él, no se desanimó en su trabajo de evangelización, organizó algunos obispados y con su ejemplo de vida fue obteniendo conversiones.

Esteban envió al arzobispo San Astrik a Roma para obtener del Papa Silvestre II la aprobación de los obispados creados y le confirmase el título de rey. El Papa aprobó la solicitud, confirmó las elecciones de obispos y le envió una corona. En el año 1000 fue coronado con solemnidad por el enviado del Papa, como 1er. Rey de Hungría. Continuó la obra de extender el catolicismo, sanear las costumbres y veló por el respeto hacia obispos y sacerdotes. Su devoción por la Virgen Santísima era extraordinaria, levantó templos en su honor y la invocaba en todos sus momentos difíciles.

Fundó conventos y los dotaba de todo lo necesario. Ordenó que cada 10 pueblos debían construir un templo, y a cada Iglesia la dotaba de ornamentos, libros, cálices y todo lo necesario para el culto y sostenimiento de las personas. Repartía limosnas en abundancia y la gente decía: «¡Ahora sí se van a acabar los pobres!». Él, personalmente atendía con gran bondad a quienes acudían en su ayuda y consejo, pero prefería siempre a los más pobres, diciendo: «Ellos representan mejor a Jesucristo, a quien yo quiero de forma especial atender”.

Para conocer mejor la terrible situación de los más necesitados, usaba disfraz de albañil y salía de noche por las calles a repartir ayudas. Una noche se encontró con un grupo numeroso de menesterosos empezó a repartirles las monedas que llevaba. Ellos, ansiosos a la espera del turno para recibir, se le lanzaron encima, le quitaron todo y lo apalearon, cuando se alejaron el Santo se arrodilló y dio gracias a Dios por haberle permitido ofrecer ese sacrificio. Sus empleados le aconsejaron tener más prudencia, Él les dijo: » Una cosa sí me he propuesto: no negar jamás una ayuda o un favor, si en mí existe la capacidad de hacerlo”.

A su hijo educó con todo esmero, para que fuera buen gobernante y Santo: le dejó escritos sabios consejos:

1. Conservar la fe si desea honrar la corona real, conserva la fe católica y apostólica. Sirve de
ejemplo, para que te puedan llamar hombre de auténtica vida cristiana.

2. Vigilancia y protección para lograr que el reino no sea destruido.

3. El mismo trato con todos: no solo con los jefes, ricos, los nacionales, sino con los extranjeros, y todos quienes a ti acudan

4. Compasivo y misericordioso, con todos, paciente y generoso, con los pobres

5. Fuerte y Honesto: no te desanimes en la adversidad; sé humilde, moderado, honesto, no ser motivo de
vergüenza.

Sin todo lo anterior, no eres capaz de reinar, ni de llegar al reino eterno. La gente al ver su modo tan admirable de practicar la religión exclamaba: «El rey Esteban convierte más personas con sus buenos ejemplos, que con sus leyes o palabras». Dios, para que lograra mayor santidad, permitió que en sus últimos años Esteban tuviera que sufrir muchos dolores y cruces. Uno de ellos fue que su hijo Emerico en quien él tenía puestas todas sus esperanzas y a quien había formado muy bien, muriera en una cacería, quedando el santo rey, sin sucesor; él exclamó al saber tan dolorosa noticia: «El Señor me lo dio, el Señor me los quitó. Bendito sea Dios». esto fue para su corazón una pena inmensa.

Los últimos años de su vida padeció dolorosas enfermedades que lo fueron purificando y santificando cada vez más. Partió a la casa del Padre el 15 de agosto de 1038 día de la Asunción de la Virgen, fiesta que él quería
mucho y fue sepultado en la Basílica de Székesfehérvár, que él mismo había hecho construir en honor de la Madre de Dios. Desde entonces la nación húngara, siempre ha sido muy católica. A los 45 años de su muerte, el Sumo Pontífice permitió que se le invocara como santo y en su sepulcro se obraron admirables milagros. El santo rey de Hungría fue canonizado por el Papa San Gregorio VII en 1083 y su fiesta se celebra cada 16 de agosto.

Enseñanza para la vida:

La práctica de la caridad constante en favor de los más pobres y necesitados, es un verdadero testimonio de vida cristiana que todos estamos llamados a vivir.

Escucha el relato del santo del día