San Eduardo III
El Confesor
“Trabajador incansable por la paz”
La liturgia hoy, hace memoria de san Eduardo III, el Confesor, amado por su eximia caridad, trabajador incansable por mantener la paz en su reino y la comunión con la sede Romana.
Nació en Islip Oxfordshire (Reino Unido), en 1004. Fueron sus padres Etelredo, rey de Inglaterra y Emma (danesa). Durante la época de la supremacía danesa. Fue enviado con su hermano a Normandía cuando tenía 10 años y allí vivió con sus tíos.
Durante el destierro en Normandía, se dedicó a la oración y mortificación. Era parco en el hablar, humilde, tímido, piadoso y amante de la paz. A la muerte del segundo de los hijos del rey Canuto, que había heredado por sucesión el trono de
Inglaterra, Eduardo ya con 40 años, fue llamado a ocupar el trono que había sido de sus antepasados.
Su fama de piedad, justicia, austeridad de vida, fuerza de voluntad, y universal benevolencia era bien conocida, de tal forma que hasta los enemigos de la familia real inglesa se alegraron en un principio de verle coronado rey en la Pascua de 1042.
El pueblo inglés acogió con júbilo al representante de la antigua dinastía inglesa, San Eduardo el Confesor. San Eduardo, aceptó la corona con la condición y el propósito de que la restauración de su casa se hiciese sin derramamiento de sangre.
El nuevo rey procuró en adelante mantener al país en paz, lo que consiguió de hecho durante 22 años, pese a las grandes dificultades con que hubo de enfrentarse, pues el país estaba dividido en facciones danesas y anglosajonas, que se apoyaban en potencias extranjeras para establecer su dominio.
A la edad de 42 años contrajo matrimonio con Edith, la hija del Conde Godwino, la mayor amenaza para su reino. La tradición sostiene que San Eduardo y su esposa guardaron perpetua continencia por amor a Dios y como un medio para alcanzar la perfección.
La administración justa y equitativa de San Eduardo le hizo muy popular entre sus súbitos. La perfecta armonía que reinaba entre él y sus consejeros se convirtió más tarde en el sueño dorado. Durante el reinado de san Eduardo, los barones normandos y los representantes del pueblo inglés ejercieron una profunda influencia en la legislación y el gobierno.
Uno de los actos más populares del reinado de San Eduardo fue la supresión del impuesto para el Ejército. Los impuestos recaudados de casa en casa en la época del santo fueron repartidos entre los pobres.
Las cualidades que merecieron a Eduardo ser venerado como santo, se referían a su persona y la actitud frente a sus gobernados. pues era un hombre piadoso, amable y amante de la paz. De él dice un escritor: “Era un hombre elegido por Dios, era evidente que ÉL, lo llevaba de la mano»
Era tan bondadoso que jamás hizo un reproche al último de sus criados. Era muy generoso con los extranjeros pobres, y ayudaba mucho a los pobres.
Actividad favorita la caza con arco, pasaba varios días en el bosque, pero nunca dejaba de asistir diariamente a la Misa.
Durante el destierro en Normandía, San Eduardo había prometido ir en peregrinación al sepulcro de San Pedro en Roma, si Dios se dignaba poner término a las desventuras de su familia.
Después de su ascenso al trono, convocó un concilio y manifestó públicamente la promesa con que se había ligado. Sin embargo, la Asamblea le manifestó que con su partida se abriría el camino a las disensiones en el interior del país y los ataques de las potencias extranjeras. El rey decidió someter el asunto a juicio del Papa San León IX, quien le sugirió repartir el dinero que habría gastado en el viaje
entre los pobres, y construir un monasterio en honor a San Pedro.
Hizo el rey restaurar una iglesia al oeste de la ciudad de Londres, la que había de ser famosa abadía de Westminster. Durante las fiestas de Navidad se llevó a cabo con gran solemnidad, la consagración del coro de la iglesia de Westminster efectuada el 28 de diciembre de 1065.
San Eduardo ya muy enfermo no pudo asistir y el 5 de enero 1066 falleció. Su cuerpo fue sepultado en la Abadía. Canonizado en 1161 por Alejandro III, y dos años después de que su cuerpo se mantenía incorrupto, fue trasladado por Santo Tomás Becket a una capilla del coro de la abadía de Westminster, el 13 de octubre, fecha en que se celebra actualmente su fiesta.
Enseñanza para la vida:
La Oración, la humildad, la caridad y generosidad hacia los pobres, la bondad en el trato, la austeridad de vida, el servicio y el hacer el bien a los demás, son cualidades evangélicas que van acercando al camino de la santidad.
Es el ejemplo que recibimos hoy, para que, en nuestra vida cotidiana, seamos portadores de amor, paz, caridad y caminemos a ser santos, como es la voluntad de Dios, sobre nuestras vidas.
.
Escucha el relato del santo del día