San Buenaventura
obispo y doctor de la Iglesia
Patrono de los teólogos católicos
«Para el cristiano la perfección está en hacer bien las cosas ordinarias»
Celebra hoy, la liturgia la memoria de San Buenaventura. Nació en Bagnorea, (Italia) en 1221. Fueron sus padres Juan Fidanza y Ritella. Bautizado con el nombre de Juan, atraído por la espiritualidad de los franciscanos, ingresó en la orden y recibió el nombre de Buenaventura. Luego de tomar el hábito estudió en la Universidad de París, ensañó teología y Sagrada Escritura. De juicio muy equilibrado, iba al fondo de los temas y discernía lo esencial. Ofrecía todos los estudios a la gloria de Dios y a su propia Santificación. La Oración era para él la clave de la vida espiritual. En el estudio no solo prolongaba la Plegaria, sino que consagraba gran parte de su tiempo a la Oración.
Su rostro reflejaba el gozo, fruto de la paz, pureza e inocencia en que vivía su alma. Él escribió: “El gozo espiritual es la mejor señal de que la gracia habita en un alma” La sencillez para explicar la Teología, hizo que religiosos y laicos se interesaran por tener una relación más estrecha y de cercanía con Dios. El Santo veía en sí mismo solo faltas e imperfecciones y por humildad, se abstenía de recibir la Comunión. Un milagro de Dios permitió a san Buenaventura superar sus escrúpulos. Una vez en La Misa meditaba sobre la Pasión del Señor. Jesús, para premiar su humildad y su amor, hizo que un ángel tomara de las manos del sacerdote una parte de la hostia consagrada y la depositara en su boca». En adelante, Buenaventura comulgó sin ningún escrúpulo y encontró en la Comunión una fuente de gozo y de gracias. El Santo se preparó a recibir el sacerdocio con severos ayunos y largas horas de oración.
Se dedicó con ardor a la tarea de salvar almas, como un don de su sacerdocio. La predicación con Amor de la Palabra de Dios, encendía el Corazón de los oyentes. Sus escritos son un anhelo de la perfección, como el tratado “Sobre la vida de perfección” Al respecto dice: “Para el cristiano, la perfección está en hacer bien las cosas ordinarias” “La fidelidad en las cosas pequeñas es una virtud heroica” Escribió obras Místicas: El
Soliloquio” y “El triple camino”, en ellas conmueve el amor de sus palabras.
En 1257, Buenaventura fue elegido superior general de los Frailes Menores. La Orden vivía una gran división: entre los que predicaban una severidad inflexible y quienes pedían la mitigación de La regla. El joven superior general escribió una carta a todos los provinciales para exigirles la perfecta observancia de la regla y la reforma de los relajados. Presidió el Capítulo general en Narbona en 1260. Expuso unas declaraciones de las reglas, fueron adoptadas y ejercieron gran influencia en la vida de la Orden. A petición de los capitulares, empezó a escribir la vida de san Francisco de Asís. Santo Tomás de Aquino, fue a visitarlo cuando escribía la biografía. Le encontró en su celda sumido en la contemplación. No lo interrumpió, se retiró y dijo: “Dejemos a
un santo trabajar por otro santo». San Buenaventura, gobernó la orden de San Francisco durante 17 años, llamado el segundo fundador. En 1266, fue nombrado cardenal y se trasladó a Roma. Gregorio X, le encomendó preparar los temas para el Concilio ecuménico de Lyon, sobre la unión con los griegos ortodoxos. Entre la segunda y tercer sesión reunió el capítulo general de su orden y renunció al cargo de superior general. Logró la unión de los ortodoxos griegos con Roma. El seráfico doctor murió durante las celebraciones, la noche del 14 al 15 de julio, 1274. Pedro de Tarantaise (dominico), predicó el panegírico de san Buenaventura y dijo de él: “Cuantos le conocieron le respetaron y le amaron. Era un hombre amable, cortés, humilde, cariñoso, compasivo, prudente, casto y adornado de todas las virtudes”. Para él la autoridad era servicio. Soy superior y a la vez siervo, fue el espíritu con el que el Santo gobernó la Orden.
En el ejercicio del cargo lo caracterizó la caridad, bondad, sencillez y humildad, de corazón.
Canonizado el 14 de abril 1482 por el Papa Sixto IV. Declarado Doctor de la Iglesia en 1588 por el Papa franciscano Sixto V.
Enseñanza para la vida:
En la convivencia y las relaciones interpersonales, crecemos si tenemos actitudes de amor, bondad, comprensión, sencillez, respeto, caridad, humildad, servicio, que son valores Evangélicos y nos ayudan a ser mejores y conservar la paz.
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