San Benito Abad
monje fundador
«Hay que tener un deseo inmenso de ir al Cielo»
Celebra hoy la liturgia la memoria obligatoria de San Benito Abad, patrono de Europa y patriarca de los monjes occidentales. Fundador de los monjes Benedictinos. Llamado por San Gregorio Magno “Un astro Luminoso” El nombre Benito, significa “Bendecido”. Nació de familia rica y noble en Nursia, Umbría, (Italia), en el año 480. Su hermana gemela, Escolástica, se consagró a Dios en su infancia y también alcanzó la Santidad.
En la niñez, vivió con sus padres, asistió a la escuela. Luego la familia lo envió a Roma a estudiar filosofía y letras y completar su formación. Ante las costumbres licenciosas de Roma, se retiró a Enfide para dedicarse al estudio y practicar una vida de rigurosa disciplina, ascética. Regaló los libros, dejó la riqueza de su padre y buscó servir a Dios. A los 20 años se fue al monte Subiaco bajo la guía de un ermitaño que lo vistió con un hábito de piel, lo llevó a vivir en una cueva y le llevaba pan como comida.
No fue ajeno a las tentaciones de todo ser humano, pero con la ayuda y gracia de Dioa, además de la penitencia y mortificaciones que se impuso, las venció. Tres años después se fue con los monjes de Vicovaro le pidieron que fuera su Abad. Las normas que impuso en ese monasterio, no se ajustaban a su estilo de vida, por la disciplina exigida. Intentaron envenenarlo, con vino en el vaso. Él hizo el signo de la Cruz y el vaso se rompió. “Dios, os Perdone”, les dijo entristecido, buscad otro Abad. De inmediato salió y regresó a Subiaco.
Empezaron a reunirse a su alrededor discípulos atraídos por su santidad y poderes milagrosos, eran seglares y solitarios. San Benito tuvo la idea de reunir a familias de santos monjes dispersos en varios monasterios y hacer de ellos un solo rebaño, según su corazón, ligarlos con lazos fraternales bajo una Regla y vivir en permanente alabanza al nombre de Dios. Los organizó en doce Monasterios, sin una regla escrita. Aprendieron la vida religiosa del ejemplo de vida de San Benito. Iban toda clase de personas. Los padres le confiaban sus hijos para que fueran educados y preparados para la vida monástica.
Estableció el trabajo obligatorio para todos los que ingresaban, porque el trabajo, dignifica y
conduce a la Santidad. Dejó Subiaco y se fue para Monte Casino, luego de ayunar40 días, se
dedicó a predicar a la gente y llevarla a Cristo. Con sus milagros y curaciones logró muchas
Conversiones.
Le ayudaron a destruir el templo de apolo e hizo dos capillas y a su alrededor el edificio destinado a la Abadía, la cual jugó un papel importante en la Cristianización y civilización de la Europa post romana. En el 530 escribió la Regla: manual y código de oración para la vida Monacal exhorta a los Monjes a “Inclinar el oído al corazón” y “No desesperar jamás de la misericordia de Dios”. Apoyó su vida en la oración, la liturgia, el estudio y el trabajo.
Fue Luz para el monaquismo, esperanza para providencial para pobres y peregrinos.
Síntesis de la regla: Ora et Labora. O sea la vida del monje: Contemplación y Acción como
Enseña el Evangelio. San Benito era austero, ayunaba diario. Se levantaba de madrugada, a rezar los Salmos. Pasaba horas orando y meditando, hacia horas de trabajo manual. Más allá de atender los monjes, cuidaba a los vecinos, curaba enfermos, consolaba a los tristes, distribuía limosna, alimentaba a los pobres. Tenía poder profético y el don de leer el pensamiento de los hombres. Recibía a muchos para dirección espiritual. Su gran amor y su fuerza fue la santa Cruz, con la que hizo muchos milagros.
San Benito predijo el día de su propia muerte. Seis días antes del fin, pidió a sus discípulos que cavaran su tumba. Terminada, fue atacado por la fiebre. El 21 de marzo de 547 jueves Santo, recibió la Eucaristía y en la Coplilla de pie junto a sus monjes, murió. Sus últimas Palabras: “Hay que tener un deseo inmenso de ir al Cielo” Fue enterrado junto a Santa Escolástica, su hermana. Canonizado por el Papa Honorio III en 1220,
venerado en las Iglesias Católica, Ortodoxa y Luterana
Enseñanza para la vida:
Dios, nos llama a realizar nuestros proyectos a través de la vida cotidiana, En esa búsqueda de realización, equilibremos el qué hacer con el ser. Una vida activa de servicio, con una vida apoyada en la Oración.
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