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Salmos de Protección

Salmos de Protección

Salmo 46, 1 -3

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza; nuestra ayuda en momentos de angustia. Por eso no tendremos miedo, aunque se deshaga la tierra, aunque se hundan los montes en el fondo del mar, aunque ruja el mar y se agiten sus olas, aunque tiemblen los montes a causa de su furia.

Salmo 32, 7

Tú eres mi refugio:
me proteges del peligro,
me rodeas de gritos de liberación.

Salmo 33, 20

Nosotros confiamos en el Señor;
¡él nos ayuda y nos protege!
Salmo 16, 1
¡Cuida, oh Dios, de mí, pues en ti busco protección!

Salmo 120

 Cuando estoy angustiado, llamo al Señor,
y él me responde.
Señor, líbrame de los labios mentirosos
y de la lengua embustera.

¿Qué más puedes recibir, lengua embustera?
¡Flechas puntiagudas de guerrero!
¡Ardientes brasas de retama!

¡Pobre de mí, que vivo como extranjero en Mésec,
que he acampado entre las tiendas de Quedar!
Demasiado he vivido entre los que odian la paz;
¡cuando yo hablo de paz, ellos hablan de guerra!

Salmo 121

Al contemplar las montañas me pregunto:
«¿De dónde vendrá mi ayuda?»
Mi ayuda vendrá del Señor, creador del cielo y de la tierra.
¡Nunca permitirá que resbales!
¡Nunca se dormirá el que te cuida!
No, él nunca duerme; nunca duerme el que cuida de Israel.
El Señor es quien te cuida; el Señor es quien te protege, quien está junto a ti para ayudarte.
El sol no te hará daño de día, ni la luna de noche.
El Señor te protege de todo peligro; él protege tu vida.
El Señor te protege en todos tus caminos, ahora y siempre.

Salmo 91, 1-13

El que vive bajo la sombra protectora del Altísimo y Todopoderoso,
dice al Señor: «Tú eres mi refugio, mi castillo, ¡mi Dios, en quien confío!»
Sólo él puede librarte de trampas ocultas y plagas mortales, pues te cubrirá con sus alas, y bajo ellas estarás seguro.
¡Su fidelidad te protegerá como un escudo! No tengas miedo a los peligros nocturnos, ni a las flechas lanzadas de día, ni a las plagas que llegan con la oscuridad, ni a las que destruyen a pleno sol; pues mil caerán muertos a tu izquierda y diez mil a tu derecha, pero a ti nada te pasará.
Solamente lo habrás de presenciar: verás a los malvados recibir su merecido.

Ya que has hecho del Señor tu refugio, del Altísimo tu lugar de protección, no te sobrevendrá ningún mal ni la enfermedad llegará a tu casa; pues él mandará que sus ángeles te cuiden por dondequiera que vayas. Te levantarán con sus manos para que no tropieces con piedra alguna. Podrás andar entre leones, entre monstruos y serpientes.

Salmo 7, 10

Mi protección es el Dios altísimo, que salva a los de corazón sincero.

Salmos 5, 11-12

Alégrense los que buscan tu protección; canten siempre de alegría porque tú los proteges.
Los que te aman, se alegran por causa tuya, pues tú, Señor, bendices al que es fiel;
tu bondad lo rodea como un escudo.

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