Novena Señor Milagroso de Buga
Iniciamos:
Por la señal de la Santa Cruz,
De nuestros enemigos,
Líbranos, Señor, Dios nuestro.
En el nombre del Padre
Y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Ofrecimiento del día
¡Señor!
Que mis ojos vean, que tú eres la luz que alumbra mi camino.
Que mi alma sienta el gozo de llevarte muy dentro.
Que mi corazón reciba con humildad el Amor que tú me das.
Que mis pensamientos sean para glorificarte y bendecirte.
Que mis silencios sean para hablar contigo y escucharte.
Que mis oraciones clamen ante ti el cambio que debo tener.
¡Señor!
Quiero vivir bajo tu mirada.
Caminar sin cansancio hasta encontrarte.
Y así sentir la paz y el gozo.
Que tu infinito Amor me da.
Amén
Oración para todos los días.
¡Señor de los Milagros! Porque te amo,
he venido para alabarte, para bendecirte,
para darte gracias por tantos favores concedidos.
¡Señor de los Milagros! Porque te amo,
yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido
y con los cuales te he crucificado de nuevo en mi corazón;
yo te prometo comenzar desde hoy una vida nueva.
¡Señor de los Milagros! Porque te amo,
quiero amarte también presente en cada uno de mis hermanos.
¡Señor de los Milagros! Porque te amo,
he venido a suplicarte como leproso del Evangelio:
Señor, si quieres puedes curarme. (Mc 1,40)
Sáname, Señor, de la enfermedad del pecado
y de las demás dolencias que me hacen sufrir.
¡Señor de los Milagros! Porque te amo,
yo me consagro a tu servicio con mi familia, con mis seres queridos,
con mi trabajo, mi estudio, mi vida diaria.
¡Señor de los Milagros! Porque te amo,
yo quiero vivir siempre contigo durante la vida,
para gozar siempre contigo en el cielo.
¡Oh María, Madre del Perpetuo Socorro!
Presenta tú misma esta consagración a tu divino hijo.
Amén.
Día primero
Historia de la devoción
La devoción del Señor de los Milagros tiene sus inicios en 1580, en un pequeño caserío, de la población de Buga en el valle del Cauca, Colombia. En esta región vivía una Indígena lavandera, que buscaba rezarle al Señor su Dios todos los días y se hizo el propósito de ahorrar dinero para conseguirse un Santo Cristo. Por ese entonces se enteró que a su vecino lo meterían a la cárcel y esta noble mujer cubrió la deuda del hombre para que lo dejaran en libertad. Ella se había gastado todo lo que tenía ahorrado para ayudarlo, mostrando su caridad con el necesitado.
Tiempo después la Indiecita encontraría en el rio un pequeño crucifijo, lo sacaría de las aguas y se lo llevaría para su casa.
Al día siguiente sin saber que pasaba, y mirando el sitio donde lo había dejado, descubría con sorpresa que este pequeño crucifijo, ya no lo podía coger con sus manos porque era muy grande y había crecido 1,3 metros; no entendía, era un Milagro y se lo tenía que contar al Párroco. Así es como nace la historia de esta devoción.
El Padre Dios se sirvió de una mujer sencilla y pobre, para entregarnos por ella, la imagen de El Milagroso de Buga, El Señor Redentor, el Señor Misericordioso al cual podemos acudir en todas nuestras necesidades.
Consagración al Señor de los Milagros
te presentamos el homenaje de nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor.
Creemos en Ti, Hijo de Dios, Hermano y Salvador nuestro.
Confiamos en tu bondad y poder.
Queremos amarte siempre cumpliendo tus mandamientos
y sirviéndote en nuestros hermanos.
Te damos gracias porque nos amas, nos atraes con tu imagen, nos acoges en tus brazos,
nos guías con tu palabra y nos brindas tu perdón.
Señor de los Milagros,
te consagramos nuestras familias: consérvalas en armonía;
Nuestras casas: ilumínalas con tu presencia;
nuestras alegrías: santifícalas con tu amor;
nuestras preocupaciones: acógelas en tu bondad;
nuestras dolencias: cúralas con tu misericordia;
nuestro trabajo: fecúndalo con tu bendición.
Señor de los Milagros, te imploramos
la firmeza en la fe,
la fidelidad a tu iglesia,
el don de la paz y la gloria eterna.
Gozos:
Para salvar tus corderos te llamaste Buen Pastor,
y con ese inmenso amor cruzaste nuestros senderos,
Dios y Hombre verdadero: nuestra guía y nuestra luz.
Milagroso buen Jesús Sálvenos tu Santa Cruz,
Bondadoso buen Jesús, eres vida, gozo y luz.
El Reino fue tu programa, la justicia y la hermandad, la paz y la caridad
que un nuevo mundo proclama y que el corazón inflama, peregrino de Emaús.
Milagroso buen Jesús Sálvenos tu Santa Cruz,
Bondadoso buen Jesús, eres vida, gozo y luz.
Admirable caridad de una indígena sencilla,
que te obliga ¡oh maravilla! a volver una vez más
para mostrar tu bondad, amable y dulce Jesús.
Milagroso buen Jesús Sálvenos tu Santa Cruz,
Bondadoso buen Jesús, eres vida, gozo y luz.
Tras la noche más oscura se hace el mundo luminoso,
porque el Cristo Milagroso como un astro de luz pura
sobre los pueblos fulgura desde el árbol de la cruz.
Milagroso buen Jesús Sálvenos tu Santa Cruz,
Bondadoso buen Jesús, eres vida, gozo y luz.
Multiplicas los portentos como en tu vida terrena,
cambias en gozo las penas y en gracia los sufrimientos,
a los tristes das contento y pan a la multitud.
Milagroso buen Jesús Sálvenos tu Santa Cruz,
Bondadoso buen Jesús, eres vida, gozo y luz.
Vamos haciendo camino entre gozos y dolor.
Mira al pueblo en aflicción, Samaritano Divino, y
que tu aceite y tu vino hagan fecunda la cruz.
Milagroso buen Jesús Sálvenos tu Santa Cruz,
Bondadoso buen Jesús, eres vida, gozo y luz.
Profeta de la vida, pregonero de la paz,
concédenos superar la violencia fratricida.
Cambia, Señor, las heridas en justicia y rectitud.
Milagroso buen Jesús Sálvenos tu Santa Cruz,
Bondadoso buen Jesús, eres vida, gozo y luz.
Petición:
¡Oh señor de los Milagros!
que con vuestros brazos abiertos
desde lo alto de la Cruz donde estáis clavado,
seguís repitiendo a la humanidad afligida;
“Venid a mi todos los que estáis afligidos y agobiados, que yo os aliviare”;
a vos vengo en este día, Señor, con mi necesidad,
atraído por la fama de los prodigios de vuestro infinito poder y
confiado en vuestra inagotable misericordia.
Cuantos, oh Milagroso Divino,
han hallado en Vos el remedio para sus males;
los enfermos, la salud;
los afligidos, el consuelo;
los pecadores, el perdón.
Como el último y más pecador de todos,
yo me postro a vuestros pies
para pediros el auxilio que necesito.
Que entre tantos que vos habéis acogido
y atendido favorablemente,
no sea yo el primero, oh Jesús de los Milagros,
que habiendo acudido a vos, quede desamparado.
Y si por mis pecados no merezco ser oído,
oídme al menos por los méritos de vuestra Pasión.
Y por la intercesión de Vuestra misma Madre
y Madre mía del Perpetuo Socorro
concededme lo que os pido en esta novena.
(Se hace un momento de silencio para pedir la gracia)
Padre nuestro, Avemaría y Gloria…
Amén