Novena al Inmaculado Corazón de María
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
Amén
Acto de contrición
Jesús, mi Señor y Redentor:
Yo me arrepiento de todos los pecados
Que he cometido hasta hoy,
Y me pesa de todo corazón,
Porque con ellos, ofendí a un Dios tan bueno.
Propongo firmemente no volver a pecar,
Y confió en que, por tu infinita misericordia,
Me has de conceder el perdón de mis culpas
Y me has de llevar a la vida eterna.
Amén
Consagración al Inmaculado Corazón de María
Bajo tu protección nos acogemos, Santa Madre de Dios».
Oh, Madre de los hombres y de los pueblos,
Tú qué sabes los sufrimientos que afligen a la humanidad.
Tú que sientes maternalmente todas las luchas entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas que invaden las naciones.
Acoge la súplica que a ti te elevamos.
Acompaña con el amor de Madre al mundo, que ponemos bajo tu amparo y te lo consagramos.
Escucha nuestra humilde oración,
Abraza con amor a nuestra familia,
a la iglesia, a las naciones y al mundo entero.
Tú, estrella del mar, no nos dejes naufragar en la tormenta de la guerra.
Tú, arca de la nueva alianza, inspira proyectos y caminos de reconciliación.
Tú, “Reina del Cielo”, vuelve a traer la armonía de Dios al mundo.
Extingue el odio, aplaca la venganza, enséñanos a perdonar.
Despierta en nosotros la necesidad de orar y de amar
Reina de la familia, muestra a los pueblos la senda de la fraternidad.
Reina de la paz, obtén para el mundo la paz.
Líbranos del hambre y de la enfermedad,
Líbranos de la esclavitud del pecado, que nos lleva al egoísmo, la avaricia, la prepotencia, la lujuria, la envidia y la división
Líbranos de las maledicencias
Tú, Madre Santa, nos recuerdas que Dios no nos abandona, sino que continúa mirándonos con amor, y que puede levantarnos de nuestras fragilidades
Que a través de ti, la divina Misericordia se derrame sobre la tierra, y el dulce latido de la unidad vuelva a marcar nuestras jornadas.
María vuelve a traernos la armonía de Dios.
Tú que eres “fuente viva de esperanza”, disipa la sequedad de nuestros corazones.
Tú que has tejido la humanidad de Jesús, haz de nosotros constructores de comunión.
Tú que has recorrido nuestros caminos, guíanos por sendas de amor y comprensión.
Ilumínanos con la luz del Señor, y ayúdanos a alcanzar la eterna salvación.
Amén.
Día 1:
Historia de la devoción
La historia de la devoción del Inmaculado Corazón tiene sus antecedentes desde el siglo XVII, cuando San Juan Eudes promovió esta devoción, junto con la del Sagrado Corazón de Jesús
El santo afirmaba que el Corazón de María es la fuente y el principio de todas las grandezas y excelencias que la adornan y que la hacen estar por encima de todas las criaturas; por ser hija predilecta de Dios Padre, Madre muy amada de Jesús y esposa fiel del Espíritu Santo.
También San Antonio María Claret, fundador de los Misioneros del Inmaculado Corazón de María, profesó un inmenso amor a esta advocación.
En 1917, durante las apariciones de la Virgen María en Fátima a los tres pastorcitos, María pidió la consagración del mundo a su Inmaculado Corazón, la difusión de esta devoción, así como el rezo diario del Santo Rosario.
En 1942, en plena II Guerra Mundial, el Papa Pío XII consagró el mundo al Corazón Inmaculado de María y posteriormente oficializó la fiesta en 1944
El Santo Antonio María Claret dirá:
Un hijo del Inmaculado Corazón de María es un hombre que incesantemente se dedica a encender el fuego del amor divino en el mundo. Nada lo detiene.
Hacemos un momento de silencio, oramos por las familias y por las necesidades personales de los que hacemos esta novena.
Dios te salve María
Santa María
Gloria
Oración final
¡Oh dulce Corazón de María!,
El más amable y compasivo de los corazones después del de Jesús,
Trono de la misericordia en favor de los pobres pecadores;
Yo reconociéndome necesitado, acudo a ti,
a quien el Señor ha puesto todo el tesoro de sus bondades.
Confiado estoy de ser socorrido por ti.
Virgen María eres mi refugio, mi amparo, mi esperanza;
por esto te digo y te diré en todos mis apuros y peligros:
¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación del alma mía!
Cuando la enfermedad me aflija, o me oprima la tristeza,
o la espina de la tribulación llegue a mi alma,
¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación del alma mía!
Cuando el mundo, el demonio y mis propias pasiones me persigan
con sus tentaciones y quieran hacerme perder el tesoro de la divina gracia
¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación del alma mía!
En la hora de mi muerte, en aquel momento difícil,
cuando se aumenten las angustias de mi alma
y llegue el ataque del enemigo en mi último suspiro
¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación del alma mía.
Y cuando mi alma pecadora se presente
ante el tribunal de Jesucristo para rendirle cuenta de toda mi vida,
venid a defenderla y a ampararla. y entonces; ahora y siempre, diré
¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación del alma mía!