Novena de la Anunciación de la Virgen María
primer día
Iniciamos
Por la señal de la Santa Cruz,
De nuestros enemigos,
Líbranos, Señor, Dios nuestro.
En el nombre del Padre
Y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Acto de contrición
Señor, mi Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, en quien creo, en quien espero, a quien amo y estimo más que todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido, por ser Vos quien sois, bondad infinita, y ayudado de vuestra gracia propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.
Oracion incial
Te saludamos con el Ángel: Llena de gracia. El Señor está contigo.
Te saludamos con Isabel:
¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!
¡Feliz porque has creído a las promesas divinas!
Te saludamos con las palabras del Evangelio:
Feliz porque has escuchado la Palabra de Dios y la has cumplido.
¡Tú eres la llena de gracia!
Te alabamos, Hija predilecta del Padre.
Te bendecimos, Madre del Verbo divino.
Te veneramos, Sagrario del Espíritu Santo.
Te invocamos; Madre y Modelo de toda la Iglesia.
Te contemplamos, imagen realizada de
las esperanzas de toda la humanidad.
¡El Señor está contigo!
Tú eres la Virgen de la Anunciación, el Sí de la humanidad entera al misterio de la salvación.
Tú eres la Hija de Sión y el Arca de la nueva Alianza en el misterio de la visitación. Tú eres la Madre de Jesús, nacido en Belén, la que lo mostraste a los sencillos pastores y a los sabios de Oriente.
Tú eres la Madre que ofrece a su Hijo en el templo, lo acompaña hasta Egipto, lo conduce a Nazaret. Virgen de los caminos de Jesús, de la vida oculta y del milagro de Caná.
Madre Dolorosa del Calvario y Virgen gozosa de la Resurrección.
Tú eres la Madre de los discípulos de Jesús en la espera y en el gozo de Pentecostés.
Bendita…
porque creíste en la Palabra del Señor,
porque esperaste en sus promesas,
porque fuiste perfecta en el amor.
Bendita por tu caridad premurosa con Isabel,
por tu bondad materna en Belén,
por tu fortaleza en la persecución,
por tu perseverancia en la búsqueda de Jesús en el templo,
por tu vida sencilla en Nazaret,
por tu intercesión en Cana,
por tu presencia maternal junto a la cruz,
por tu fidelidad en la espera de la resurrección,
por tu oración asidua en Pentecostés.
Bendita eres por la gloria de tu Asunción a los cielos,
por tu maternal protección sobre la Iglesia,
por tu constante intercesión por toda la humanidad.
Día primero
¡El Ángel se le presento a la Virgen María!
Lucas 1, 28-31 y 38
El ángel entró en Su casa y la saludo, diciendo: «Alégrate” Llena de Gracia, el Señor está Contigo».
Al oír estas palabras, Ella quedó desconcertada y se preguntaba que podía significar ese saludo.
Pero el Ángel le dijo: «No temas María porque Dios te ha favorecido.
Concebirás y darás a luz un Hijo y le pondrás por nombre Jesús»…
Dijo María: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra»
Reflexión
¡Dale tu Sí, al Señor!
El ¡Sí! de la Virgen María es un ¡Sí! al propósito de su existencia.
Sí a Dios, sí a la vida, sí al servicio, sí al amor, sí a la obediencia y mandatos de Dios; María se confío totalmente al Señor.
Hoy dale tu ¡Sí al Señor!; no dudes, no tengas miedo. ¡Dios no abandona!
Dios Acompaña. ¡Dios conforta y está siempre contigo! ¿Por qué entonces temes?
Y es que la Fe de María abre el plan Salvador de Dios sobre la humanidad,
al permitir que su hijo Jesucristo entre en el torrente de la historia humana
y pueda construir, desarrollar, realizar el proyecto de redención que culminará
con la entrega en la cruz, su muerte, su Resurrección y Ascensión a los cielos.
¡Nuestra Señora de la Anunciación, ruega por nosotros!
Gozos
Tú eres virgen sencilla y humilde, que acogiste con fe y con amor a tu Dios,
que venía a encarnarse en el pueblo, que espera su salvación.
Te aclamamos oh María, Madre de la Anunciación.
A Gabriel asombrada dijiste: “Soy la sierva, la esclava de Dios, que se cumplan en mi tus palabras, yo bendigo, yo acato tu voz”
Te aclamamos oh María, Madre de la Anunciación
Dios te salvó, María, te llenó de su fuerza complaciente; como el fuego del sol llena la aurora, como el agua la fuente.
Te aclamamos oh María, Madre de la Anunciación
Con razón es honrada, con especial culto por la Iglesia; ya desde los tiempos más antiguos… es honrada con el título de madre de Dios, a cuyo amparo los fieles en todos sus peligros y necesidades acuden con sus súplicas.
Te aclamamos oh María, Madre de la Anunciación
En María la unión con Dios llegó a la consumación de la unidad; contemplemos este perfecto modelo y aprendamos de nuestra purísima madre, lo que necesita nuestra alma, lo que Jesús nos pide, lo que la caridad exige en la cotidianidad.
Te aclamamos oh María, Madre de la Anunciación
(Hacemos un momento de silencio Para pedir la gracia que imploramos)
PadreNuestro…
Tres Ave Marias…
Gloria…
Invocaciones
Sea bendito, oh María, aquel saludo celeste, que dio al anunciarte el ángel de Dios. ¡Ave María!
Sea bendita, oh María, aquella gracia sublime, de la que plena te predicó el ángel de Dios. ¡Ave María!
Sea bendito, oh María, aquel anuncio feliz, que desde el cielo te trajo el ángel de Dios. ¡Ave María!
Sea bendita, oh María, aquella profunda humildad, con la que te declaraste Esclava de Dios. ¡Ave María!
Sea bendita, oh María, aquella perfecta resignación, con la que te subyugaste a la voluntad de Dios. ¡Ave María!
Sea bendita, oh María, aquella angélica pureza, con que recibiste en tu vientre al Verbo de Dios. ¡Ave María!
Sea bendito, oh María, aquel bienaventurado momento, en el que de tu carne vestiste al Hijo de Dios. ¡Ave María!
Sea bendito, oh María, aquel afortunado instante, en el que te convertiste en madre del Hijo de Dios. ¡Ave María!
Sea bendito, oh María, aquel afortunado momento, en que comenzó la humana salud con la Encarnación del Hijo de Dios. ¡Ave María!
Oración final
Madre Berenice
Madre y Reina de la anunciación, a tu corazón de madre entrego mi Alma, mis pensamientos, recuerdos, imaginaciones, deseos y temores.
Recibe mi corazón para que sea un solo palpitar con el vuestro, mi cuerpo con sus sentidos; quiero mirarte Madre con gratitud.
Te entrego mi lengua, que en cada frase que pronuncie, repita: «Soy todo tuyo».
Quiero pedirte más amor para el Santo Padre, para la Iglesia y para todos mis hermanos. Madre Bondadosa, desde hoy quiero vivir contigo, que tu dirijas mis pasos y deseos y para eso, al empezar una acción me diré: ¿Cómo lo haría María?. Te entrego mi vida espiritual, que sea un sólo vivir en el amor del Espíritu Santo, para todos mis hermanos.
Así sea.