Novena a la Virgen del Rosario
Iniciamos
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos
líbranos Señor, Dios nuestro.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén.
Acto de contrición
Yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón,
porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén
Oración Inicial
¡Oh Clementísima Virgen!
¡Oh Tiernísima Madre!
¡Oh Dulcísimo María, consuelo y refugio de los pecadores, abogada de los mortales y mediadora entre Dios y los hombres!
¡Oh Blanca Paloma, que, llevando el ramo de la más frondosa oliva, anunciaste la paz a éste, nuestro triste valle!
¡Oh Piadosísima intercesora que, viendo el mundo relajado, revelaste a tu querido hijo santo Domingo, el más oportuno remedio, firme alcázar y seguro asilo del Santísimo Rosario!
Concédenos, Benignísima Madre, que, por los méritos y eficacia de tan querida y saludable devoción, nos dispongamos a vivir siempre en la amistad y en la gracia de Nuestro Dios y Señor y a experimentar la ternura de sus paternales brazos. Y así, poder oír un día aquella dichosa bendición: “venid, benditos de mi Padre a recibir el Reino”, venid benditos de mi Madre a contemplar las delicias de su hermoso rostro y gozar de las ternuras de su dulce pecho en la eterna buenaventura.
Amén.
(Hacer un momento de Silencio para hacer la petición)
María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos, y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
Día cuarto
Qué dicen los Santos del Rosario
«¡Oh! ¡Qué maravilla de la gracia del Santo Rosario! Poder escapar del mundo, del demonio, de la carne y salvarte para el Cielo»
San Luis María Grignon de Monfort
Promesas del Rosario
En el año 1475 el fraile dominico Alano de la Roca, escribió los acontecimientos milagrosos de los que había sido protagonista unos años antes: especialmente las promesas de la virgen para todos aquellos que rezasen devotamente mi Rosario.
Según el Beato Alano, estas son las promesas de Nuestra Señora para quienes rezan frecuentemente y con devoción la oración mariana:
1. Aquellos que recen con enorme fe el Rosario, recibirán gracias especiales.
2. Prometo mi protección y las gracias más grandes, para todos los que con devoción que recen el Rosario.
3. El Rosario es un arma poderosa para no ir al infierno, destruirá los vicios, disminuirá los pecados, y nos defenderá de las herejías.
4. Se otorgará la virtud y las buenas obras abundarán, se otorgará la piedad de Dios para las almas, se rescatará a los corazones de la gente de su amor terrenal y vanidades, y los elevará en su deseo por las cosas eternas. Las mismas almas se santificarán por este medio.
5. El alma que se encomiende a mí en el Rosario no perecerá.
6. Quien rece el Rosario devotamente, y lleve los misterios como testimonio de vida no conocerá la desdicha. Dios no lo castigará en su justicia, no tendrá una muerte violenta, y si es justo, permanecerá en la gracia de Dios, y tendrá la recompensa de la vida eterna.
7. Aquel que sea verdadero devoto del Rosario, no perecerá sin los Sagrados Sacramentos.
8. Aquellos que recen con mucha fe el Santo Rosario en vida y en la hora de su muerte, encontrarán la luz de Dios y la plenitud de su gracia, en la hora de la muerte participarán en el paraíso por los méritos de los Santos.
9. Libraré del purgatorio a quienes recen el Rosario devotamente.
10. Los niños devotos al Rosario, merecerán un alto grado de Gloria en el cielo.
11. Obtendrán todo lo que me pidan mediante el Rosario.
12. Aquellos que propaguen mi Rosario, serán asistidos por mí en sus necesidades.
13. Mi hijo me ha concedido que todo aquel que se encomiende a mí al rezar el Rosario, tendrá como intercesores a toda la corte celestial en vida y a la hora de la muerte.
14. Son mis niños aquellos que recitan el Rosario, y hermanos y hermanas de mi único hijo, Jesucristo.
15. La devoción a mi Rosario es una gran señal de profecía.
Oramos…
Un Padre nuestro
Un Dios te salve María
Un Gloria
Dios te salve, Reina y Madre de Misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve, a ti clamamos lo desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
¡Ea!, pues, Señor, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.