¡Fiesta de Jesús Sumo y Eterno Sacerdote!
«Jesús, sumo y eterno sacerdote, protege y bendice a todos tus sacerdotes»
Esta celebración fue introducida en España en 1973.
Posteriormente fue solicitada por numerosos Episcopados de todo el mundo.
El sacerdocio de Jesús está expresado de modo admirable en este texto de la biblia:
“Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo único, no para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él” (Juan 3, 17).
Jesús es el sumo sacerdote porque:
Se hizo hombre como nosotros.
Fue consagrado con la divinidad del Padre Dios.
Se entregó por la humanidad en la Cruz para salvarnos del pecado.
Es sacerdote santo y limpio de pecado.
Es sacerdote inmortal, que nos acompaña siempre y no nos deja solos.
Está presente en todas partes a través de la Eucaristía.
Cuando celebramos la Santa Misa, es Cristo quien la celebra.
La Eucaristía es memorial de salvación de la humanidad, es alimento de vida espiritual y es presencia Viva de Cristo en nuestras vidas.
Finalmente, Jesucristo es el sumo sacerdote que establece una nueva alianza con los hombres, su mediación sacerdotal permite que podamos relacionarnos con Dios.
Enseñanzas para la vida:
Aunque es una fiesta intensamente sacerdotal, porque se nos invita a conmemorar y reconocer a nuestro Sumo Sacerdote Jesús y a orar por la santificación de los sacerdotes y por las nuevas vocaciones a este ministerio, también es un llamado para que todos los fieles podamos participar activamente del cuerpo vivo de Cristo y seamos testimonios de vida de amor y servicio para los demás.
Todos como Bautizados participamos del sacerdocio común de los fieles y estamos llamados a cumplir una misión en la Iglesia.
Oración por la santificación de los sacerdotes
De Santa Teresita del Niño Jesús
Oh Jesús que has instituido el sacerdocio para continuar en la tierra la obra divina de salvar a las almas; protege a todos tus sacerdotes en el refugio de tu Sagrado Corazón.
Guarda sin mancha sus manos consagradas, que a diario tocan tu Sagrado Cuerpo, y conserva puros sus labios teñidos con tu Preciosa Sangre. Haz que se preserven puros sus corazones, marcados con el sello sublime del sacerdocio, y no permitas que el espíritu del mundo los contamine. Aumenta el número de tus apóstoles, y que tu Santo Amor los proteja de todo peligro.
Bendice sus trabajos y fatigas, y que como fruto de su apostolado, obtengan la salvación de muchas almas que sean su consuelo aquí en la tierra y su corona eterna en el Cielo.
Amén
Escucha el relato del santo del día