Fiesta de los santos Arcángeles
Miguel, Gabriel y Rafael
«Portadores de los grandes mensajes y alegrías de Dios»
La iglesia hoy con gran alegría y una profunda actitud de agradecimiento, celebra la fiesta de los santos arcángeles: Miguel, Gabriel y Rafael.
Cuando hablamos de la realidad de los ángeles o de los arcángeles, hablamos de criaturas de Dios, de orden espiritual, que cumplen fundamentalmente una tarea de servicio: ser mensajeros de Dios hacia los hombres, y canales de comunicación de los hombres, hacia Dios.
Han existido a lo largo de la historia del cristianismo, los llamados tratados de angelología, que nos hablan precisamente sobre el misterio, el ser, la naturaleza, y el quehacer, la misión de los ángeles y los arcángeles.
Nos preguntamos, ¿Qué son ellos fundamentalmente?
Tenemos que decir que esta fiesta litúrgica se remonta al siglo V, en la dedicación de la basílica construida precisamente a san Miguel arcángel, a quien se le ha considerado precisamente el gran protector de la Iglesia.
De hecho, la expresión Miguel, significa: “quien, como Dios, nadie es como Dios”, y nos dirá el libro del apocalipsis en el capítulo 12, que fue liderado por Miguel, que un grupo de ángeles, batalló fuertemente, contra otro grupo de seres espirituales, en estas batallas entre el bien y el mal, que se han dado en la historia del universo, en la historia del mundo.
Sabemos de una bellísima anécdota del Papa León XIII que experimentó como en un momento de efusión espiritual, de luz interior, como debía de ser consagrada la Iglesia, precisamente a la protección de san Miguel arcángel, de ahí que se le invoque, se le llame, “El patrono de la Iglesia Universal”, es ese guerrero espiritual que evita que caigamos en el pecado, y que podamos superar los sufrimientos y los males propios de la vida de los hombres, y del mundo.
Pero encontramos un segundo arcángel, ¡Gabriel!, descubrimos en él precisamente, al gran mensajero, el portavoz del mensaje más optimista, más esperanzador, más luminoso; él viene a decirle la Santísima Virgen María, que es la portadora del mismísimo Hijo de Dios; viene a anunciar el misterio de la Encarnación.
Dios que entra a el torrente de la historia humana, de la vida de los hombres, a la manera más natural, a la manera más corriente, iniciando un proceso de gestación como cualquier ser humano, en el vientre exquisito y purísimo de la Santísima Virgen María. Él es el gran mensajero, y por eso se le invoca como patrono de las comunicaciones y de los comunicadores, porque es por excelencia el transmisor de una noticia positiva, esperanzadora, que viene a renovar la faz de la tierra, y la vida de los hombres y mujeres del mundo, anunciando precisamente: Dios con nosotros, Dios en nuestra vida, Dios que viene a potenciarnos en nuestra capacidad de amor, Dios que viene a sanarnos de las heridas y las lacras que el pecado deja en el alma; Dios que con su poder viene a renovar la vida de todos los hombres, haciéndola más hermosa, menos esclavizante, más llena de esperanza, y sobre todo más inundada del amor divino. Que Gabriel, el gran comunicador, nos lleve a cada uno de nosotros a comunicar mensajes de esperanza, de alegría y de luz, para los demás.
Pero finalmente tenemos un tercer arcángel, Rafael. Rafael significa: “medicina de Dios, Dios sana, Dios salva”. Recordamos por el libro de Tobías, que es precisamente a Tobías, a quien es enviado el arcángel Rafael, para ser sanado de la ceguera, con motivo de que el excremento de un pajarillo había caído sobre sus ojos cuando dormía, después de un largo y fatigoso viaje, y dormía a la sombra de un árbol grande.
Se le invoca no solamente, como el sanador por lo que hizo en Tobías, sino también como el compañero en los viajes de la vida. Pedimos a Rafael, lo invocamos, como aquél que es capaz de acompañarnos y de protegernos en muchos viajes que hacemos en la vida, no necesariamente de placer, viajes de negocios, viajes de peregrinación, porque en el mundo de las migraciones, de los desplazamientos forzados, también son viajes obligados que tenemos que hacer en nuestra existencia.
Con el Papa Benedicto XVI, aprendimos, que los tres arcángeles por esencia tienen una misión designada por Dios. De hecho, la palabra Miguel, Gabriel y Rafael, termina con la sílaba, “El”, que habla de Dios mismo, “Elohim”, habla de Dios mismo, “Yo soy el que soy”.
De manera, que son seres que están en profunda comunión con Dios, que acompañan nuestra vida, que sirven a Dios con gran amor y fidelidad. Es de la esencia de estos seres espirituales, la comunión con Dios, el ser ciertamente criaturas, pero toda su vida orientada hacia el ser pleno de Dios. Y su segunda realidad más allá de su naturaleza, es su misión, la de ser portadores de los grandes mensajes de Dios, de las grandes alegrías divinas, de la gran salvación que viene a nuestra vida.
Solamente un arcángel es capaz en la biblia de comunicar esos inmensos mensajes, incluso por encima de los profetas, que nos aportan a nosotros la esperanza cierta, o nos llevan a nosotros a la esperanza cierta, de que Dios acompaña la existencia humana, que nunca nos abandona.
Hoy, con una Fe sencilla, con una Fe en los ángeles, aprendiendo a invocarlos, digamos: san Miguel, san Gabriel, san Rafael, rueguen por nosotros.
Invoquémoslos con gran confianza, que ellos son guías maravillosos en el camino de la vida, protectores sin iguales, y compañeros que sanan nuestros dolores y enfermedades, y nos protegen de tantos peligros, a los que nos vemos expuestos durante nuestra existencia. Como los niños, y con el corazón de un infante, confiadamente digamos: Miguel, Gabriel y Rafael, rueguen por el mundo entero, y rueguen, por nuestras familias. Amén.
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