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Evangelio de hoy – viernes 03 febrero 2023

Medita con las lecturas y la reflexión del Santo Evangelio de hoy 03 febrero

Escucha el Evangelio del día 03 febrero

Lectura del día de hoy

Lectura de la Carta a los hebreos 13,1-8:

Conservad el amor fraterno y no olvidéis la hospitalidad; por ella algunos recibieron sin saberlo la visita de unos ángeles.

Acordaos de los que están presos, como si estuvierais presos con ellos; de los que son maltratados, como si estuvierais en su carne.

Que todos respeten el matrimonio, el lecho nupcial que nadie lo mancille, porque a los libertinos y adúlteros Dios los juzgará.

Vivid sin ansia de dinero, contentándoos con lo que tengáis, pues él mismo dijo: «Nunca te dejaré ni te abandonaré»; así tendremos valor para decir: «El Señor es mi auxilio: nada temo; ¿qué podrá hacerme el hombre?» Acordaos de vuestros dirigentes, que os anunciaron la palabra de Dios; fijaos en el desenlace de su vida e imitad su fe.

Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre.

Palabra de Dios, te alabamos Señor.

Salmo del día de hoy

Salmo 26/27

El Señor es mi luz y mi salvación

El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R/.
El Señor es mi luz y mi salvación

Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla; si me declaran la guerra,
me siento tranquilo. R/.
El Señor es mi luz y mi salvación

Él me protegerá en su tienda el día del peligro; me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca. R/.
El Señor es mi luz y mi salvación

Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio; no me deseches. R/.
El Señor es mi luz y mi salvación

Evangelio del día de hoy

Del santo Evangelio según san Marcos 6,14-29:

En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido, el rey Herodes oyó hablar de él. Unos decían:

«Juan Bautista ha resucitado, y por eso los poderes actúan en él.»

Otros decían:

«Es Elías.»

Otros:

«Es un profeta como los antiguos.»

Herodes, al oírlo, decía:

«Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado.»

Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel, encadenado. El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano.

Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. Cuando lo escuchaba, quedaba desconcertado, y lo escuchaba con gusto.

La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea. La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados.

El rey le dijo a la joven:

«Pídeme lo que quieras, que te lo doy.»

Y le juró:

«Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino.»

Ella salió a preguntarle a su madre:

«¿Qué le pido?»

La madre le contestó:

«La cabeza de Juan, el Bautista.»

Entró ella en seguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió:

«Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista.»

El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los convidados, no quiso desairarla.

En seguida le mandó a un verdugo que trajese la cabeza de Juan.

Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre. Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.