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Evangelio de hoy – miércoles 24 julio 2024

Medita con las lecturas y la reflexión del Santo Evangelio de hoy 24 julio 2024

Escucha el Evangelio del día 24 julio

Lectura del día de hoy

Jr 1,1.4-10:
Palabras de Jeremías, hijo de Helcías, de los sacerdotes residentes en Anatot, territorio de Benjamín.

Recibí esta palabra del Señor: -Antes de formarte en el vientre, te escogí, antes de que salieras del seno materno, te consagré:

Te nombré profeta de los gentiles.

Yo repuse: ¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho.

El Señor me contestó: -No digas «soy un muchacho», que adonde yo te envíe, irás, y lo que yo te mande, lo dirás.

No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte. -oráculo del Señor-. El Señor extendió la mano y me tocó la boca; y me dijo: -Mira: yo pongo mis palabras en tu boca; hoy te establezco sobre pueblos y reyes para arrancar y arrasar, para destruir y demoler, para edificar y plantar.

Salmo del día de hoy

Salmo (71) 70,1-2.3-4a.5-6ab.15ab.17:

Mi boca cantará tu salvación, Señor.

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre; tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído, y sálvame.

Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú, Dios mío, líbrame de la mano perversa.

Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno, tú me sostenías.

Mi boca contará tu auxilio, y todo el día tu salvación.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas.

Evangelio del día de hoy

Mt 13,1-9:

Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla.

Les habló mucho rato en parábolas:

-«Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron.

Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era profunda, brotó enseguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó.

Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron.

El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta.

El que tenga oídos que oiga.»