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Evangelio de hoy – lunes 20 mayo 2024

Medita con las lecturas y la reflexión del Santo Evangelio de hoy 20 mayo 2024

Escucha el Evangelio del día 20 mayo

Lectura del día de hoy

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 1, 12-14

Después de subir Jesús al Cielo, los apóstoles se volvieron a Jerusalén, desde el monte que llaman de los Olivos, que dista de Jerusalén lo que se permite caminar en sábado. Llegados a casa, subieron a la sala, donde se alojaban: Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago el de Alfeo, Simón el Celotes y Judas el de Santiago. Todos ellos se dedicaban a la oración en común, junto con algunas mujeres, entre ellas María, la Madre de Jesús, y con sus hermanos.

Palabra de Dios.
Te alabamos Señor.

Salmo del día de hoy

Salmo 87
R/. Alaben al Señor todas las naciones.

Él la ha cimentado sobre el monte santo; y el Señor prefiere las puertas de Sión a todas las moradas de Jacob. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! R/.

Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles; filisteos, tirios y etíopes han nacido allí. Se dirá de Sión: Uno por uno, todos han nacido en ella; el Altísimo en persona la ha fundado. R/.

El Señor escribirá en el registro de los pueblos: Este ha nacido allí. Y cantarán mientras danzan: Todas mis fuentes están en ti. R/.

Evangelio del día de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan 19, 25-34

En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su Madre, la hermana de su Madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su Madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su Madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego, dijo al discípulo: Ahí tienes a tu Madre. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la escritura, dijo: Tengo sed. Había allí un jarro lleno de vinagre y sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: está cumplido. E inclinando la cabeza entregó el Espíritu.
Los Judíos, entonces como era el día de la preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado porque aquel sábado era un día grande pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quietaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él. Pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado y al punto salió sangre y agua.

Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.