Beatos Carmelo Bolta y Francisco Pinazo
Mártires franciscanos
«Defender la FE, exige Valentía»
Beato Carmelo Bolta:
Nació en Real de Gandía Valencia (España) el 29 de mayo en 1803. Bautizado con el nombre de Pascual y al entrar a la Orden franciscana cambió por el de Carmelo. Su tío, el padre Isidoro Bañuls, le orientó para que ingresase en la Orden franciscana. A los 21 años comenzó el noviciado en el convento de San Francisco de Valencia. Hizo la profesión religiosa y cursó los estudios eclesiásticos en Valencia y Játiva. Ordenado Sacerdote en 1829 fue como predicador al convento de San Blas de Segorbe. En julio de 1831, con otros 23 compañeros se trasladó a la Custodia de Tierra Santa. Visitó los principales santuarios y fue nombrado superior del convento de Jaffa.
Aprendió las lenguas orientales fácilmente y predicaba con soltura en árabe y griego. Por diez años se dedicó a la enseñanza de los estudiantes de la Orden en Jerusalén. Fue dos veces superior en Damasco y párroco en San Juan de la Montaña. En octubre de 1858, fue nombrado párroco de los católicos de Damasco. Además de profesor de árabe para los jóvenes sacerdotes y para las escuelas sostenidas por la misión católica, cargo que tenía cuando sufrió el martirio, el 10 de julio de 1860 en la ciudad de Damasco, durante la persecución desatada por los islamitas drusos.
Francisco Pinazo Peñalvez:
Nació en Alpuente, aldea de Chopo, Valencia (España) el 24 de agosto de 1802. De pequeño se dedicó, como pastor, a cuidar el ganado de sus padres. En la adolescencia y juventud, trabajó en las tareas del campo.
Desengañado por el contratiempo que tuvo con su prometida, ingresó en 1825 en el convento franciscano de Chelva, allí estuvo como postulante seis meses. Al inicio de 1831 empezó el noviciado como hermano laico en el convento de San Francisco de Valencia y profesó en la regla franciscana en febrero de 1832.
Fue enviado al convento de las Clarisas de Gandía, donde los franciscanos atendían una pequeña comunidad y les brindaban ayuda espiritual. En 1835, en Gandía se expropiaron los bienes eclesiásticos y le tocó abandonar su estado religioso, pero continuó siendo sacristán de la iglesia del monasterio de las Clarisas.
Anhelaba llevar una vida regular y vestir el hábito religioso, embarcó para Tierra Santa el verano de 1843. Primer destino Damasco, donde permaneció 6 años como cocinero y sastre. Pasó, después a la comunidad del Santo Sepulcro. Luego fue a Nazaret, Jaffa, Nicosia, San Juan de la Montaña. Finalmente destinado a Damasco y sufrió el martirio. En la madrugada del 10 de julio 1860, estaba con otro religioso en la azotea del convento
y los drusos, los asaltaron, los Arrojaron desde lo alto, rematándoles a golpes de maza.
Carmelo Bolta y Francisco Pinazo fueron Beatificados, junto con otros siete religiosos de la orden Franciscana y tres maronitas seglares, por el papa Pío XI el 10 de octubre de 1926, dentro de las fiestas del VII centenario de la muerte de san Francisco de Asís.
Enseñanza para la vida:
Los Beatos de hoy son ejemplo de valentía para defender la fe, hasta llegar al martirio. Nosotros somos llamados a ser valientes y defender, (a pesar de la oposición, la crítica y aún el rechazo de la familia y de quienes nos rodean), los principios éticos, morales, religiosos, familiares, que sustentan nuestra vida.
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