Beato Álvaro de Córdoba
Presbítero dominico
«Al Cielo se llega por la escalera de la alegría, oración, amor y servicio»
Su nombre significa: “aquel que es el defensor de todos” Nació en Zamora (Córdoba), España, aproximadamente en el año 1360, en el seno de una familia noble y rica.
Ingresó a la universidad de Salamanca movido por el deseo de enseñar y predicar las escrituras y fue un excelente profesor de teología. En 1368 entró al convento dominico de San Pedro, en Córdoba. Fue famoso por su don de predicar sabiamente. Convirtió a muchas personas que lo escuchaban.
Este beato llegó a ser el confesor y consejero del rey Juan II de Castilla. Viajó a Jerusalén y allí encontró su gran devoción por el Viacrucis. Fue fundador del convento de Santo Domingo Escala coeli (Escalera del cielo). En este convento quiso plasmar 2 grandes intenciones de vida:
La primera: Apoyar la reforma de la Orden que había iniciado el Fraile Raimando Capua
La Segunda: Mostrar la pasión de Cristo y el recorrido del viacrusis, en varios oratorios del convento.
Esta sagrada representación fue imitada en otros conventos, dando origen a la devoción del “Vía Crucis”.
Fray Álvaro fortaleció su vida espiritual con largas jornadas de oración y contemplación, acompañada de penitencia y flagelación. Poseyó el don de profecía y obró varios milagros. Murió en su comunidad, el 19 de febrero de 1430.
Es beatificado el 22 de septiembre de 1714 por el Papa Benedicto XIV.
Enseñanzas para la vida.
El Beato Álvaro de Córdoba, nos muestra que estamos llamados a construir una escalera para llegar al Cielo, mediante la oración, la alegría, el amor, el servicio y que así mismo debemos asumir desde la fe las cruces de cada día.
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