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Solemnidad de todos los Santos I Santo del día I Amén Comunicaciones

Solemnidad de todos los Santos

«Santo es el que nunca se cansó de Amar»

La Iglesia con alegría, celebra hoy, la Fiesta de Todos los Santos. Gran celebración porque hay fiesta en el Cielo. Para nosotros es la oportunidad de agradecer los beneficios, las gracias que Dios ha derramado en los santos, personas que han vivido en esta tierra, iguales a nosotros, que tuvieron flaquezas, debilidades, tentaciones pero que con su firmeza, fortaleza, radicalidad y amor vivieron el Evangelio del Señor, creyeron en la Palabra de Dios y se hicieron diferentes.

Son todos aquellos, muchedumbre de conocidos y desconocidos, canonizados o no, pero amados y redimidos por Dios. Héroes cristianos intercesores, abogados, modelo de vida que han servido, amado a Dios y a la
humanidad. Han sido luz y esperanza para el mundo, luchadores incansables de la fe, ejemplos a seguir, hombres y mujeres fuertes y humildes de corazón, mártires y con su testimonio, muestran que es posible llegar al Cielo.

Ellos gozan ya de la Eterna Bienaventuranza, son ya -por así decirlo- ciudadanos de pleno derecho del Cielo, la patria común de toda la humanidad, de todos los tiempos. En ellos se puede ver la victoria del amor sobre el egoísmo y la muerte.

Origen de esta Fiesta:

El día de Todos los Santos cuenta un milenio de popular y sentida historia y tradición en la vida de la Iglesia. Fueron los monjes benedictinos de Cluny quienes expandieron esta festividad.
Sus orígenes datan del siglo IV debido a la gran cantidad de mártires en la Iglesia. Luego, el mayo 13 de 610 el Papa Bonifacio IV dedicó el Panteón romano al culto cristiano, colocando de titulares a la Bienaventurada Madre de Dios y a todos los mártires. Así se les empieza a festejar en esta fecha.

Más adelante el Papa Gregorio IV, (siglo VII)I, trasladó la fiesta al 1 de noviembre, quizá para contrarrestar la celebración pagana del “Samhain” o año nuevo celta (en la actualidad octubre 31en la noche Halloween). La Iglesia instituyó la Fiesta de Todos los Santos para:

1. alabar y agradecer al Señor el don que hizo a sus siervos, santificándolos en la tierra y coronándolos de gloria en el Cielo.

2. Honrar en este día aún a los Santos de los que no se hace fiesta particular durante el año y los Santos anónimos, o de a pie como dice el Papa Francisco.

3. Darnos mayores gracias multiplicando los intercesores.

4. Animarnos más a la virtud con el ejemplo de tantos Santos de toda edad, sexo y condición, y saber que gozan de la Gloria en el Cielo.

La santidad:

Es un llamado Universal, es vocación de todos los cristianos. No es patrimonio de algunos pocos privilegiados. Es el destino de todos, como fue, como lo ha sido para esa multitud de santos anónimos a quienes hoy celebramos. Todos estamos llamados a ser santos, lo dice San Pablo en Efesios 1,4 “Por ÉL, antes de la creación del mundo nos eligió para que por el amor, fuéramos santos e irreprochables en su presencia”. Y en 1 Tesalonicenses 4, 3 :”Esta es la Voluntad de Dios, que seáis Santos”, Jesús nos dice, Mateo 5,48: “Sed pues perfectos, como vuestro Padre del Cielo es Perfecto”.

Todos por el Bautismo somos llamados a hacer realidad y Plenitud la vocación
Cristificante. La Santidad es un don, una gracia de Dios y hay que pedirla. Se gana, se logra, se consigue, con la ayuda de la gracia, en la tierra, en el quehacer y el compromiso de cada día, en el amor, en el servicio y en el perdón cotidiano, es vivir y cumplir los mandamientos. No comiste en milagros, visones, éxtasis o cosas solo exteriores. La santidad es el gran empeño en santificar las realidades pequeñas, cotidianas de todos los días, el trabajo, sufrimientos, dolores, la enfermedad.

Es Amar con todo el corazón lo grande y lo pequeño. La santidad lleva a apoyarse, entregarse, abandonarse en Dios e implica buscarlo, ir al encuentro con Él, en el Sagrario, en la Oración.
La Santidad es el “Rostro más bello de la Iglesia”.

En el 2013 el Papa Francisco, ante una multitud de gente, exhortó: “Dios te dice: no tengas miedo de la Santidad, no tengas miedo de apuntar alto, de dejarte amar y purificar por Dios, no tengas miedo de dejarte guiar por el Espíritu Santo. Dejémonos contagiar por la Santidad de Dios”.

Ser santo: Santo es el que ha llegado al Cielo, el que nunca se cansó de Amar. Ser santo es querer seguir a Jesús, actuar y hacer el Bien como ÉL. El santo, los santos son siempre reflejos de la gloria y de la Santidad de Dios. Son modelos para la vida de los cristianos e intercesores.

“El santo no es un ángel, es hombre de carne y hueso que sabe levantarse y volver a caminar. El Santo no se olvida del llanto de su hermano, ni piensa que es más bueno subiéndose a un altar. “Santo es el que vive su fe con alegría y lucha cada día, pues vive para amar”. El santo es aquél que está tan fascinado por la Belleza de Dios, y por su perfecta verdad, que éstas lo irán transformando
progresivamente y está dispuesto a renunciar a todo, también a sí mismo. Le es suficiente el amor de Dios, que experimenta y transmite en el servicio humilde y desinteresado del prójimo». (Benedicto XVI)

Los santos vivieron la caridad y el Amor a Dios, en grado sumo. Santo es el cristiano que concluida su existencia, vive en la presencia de Dios, ha recibido la corona que no se marchita.

Enseñanza para la vida:

La llamada a la Santidad es para todos y está presente desde el Bautismo, La invitación es a vivir la Santidad desde lo cotidiano, en lo que somos: hombre, mujer, esposo, esposa, hermano, hermana, sacerdote, consagrada, hijo, hija, cumpliendo con alegría y amor el deber de cada día a pesar de las dificultades, sufrimientos, contrariedades, y cruces.

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